Los detalles fuera y dentro del hotel están pensados hasta el mínimo detalle.

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A partir del boom turístico de los 60’s, Sa Cala, como llaman los pollencins a Cala Sant Vicenç, se transformó en uno de los enclaves más glamurosos de Mallorca. Su paisaje excepcional y las buenas conexiones con las capitales europeas atrajo a artistas, personalidades y estrellas de cine que aquí encontraron lugares que hasta entonces solo habían podido soñar: aguas cristalinas, sol, acantilados salvajes y altas dosis de exclusividad.

El recién inaugurado hotel Vicenç de la Mar retoma esta tradición turística con un edificio nueva construcción que ha supuesto todo un reto para el arquitecto Rafael Balaguer Prunés. Se ha levantado sobre los cimientos de dos solares situados a distintos niveles, dificultad resuelta con volúmenes escalonados y cubiertas planas ajardinadas, con espacio para 35 habitaciones, terrazas, piscinas, spa, biblioteca, salas de reuniones e incluso una sala de cine. Todo con vistas inconmensurables al Mediterráneo de los sueños, el más luminoso y azul.

Los materiales naturales -como arenisca, granito, mármol, teca, roble, pino, bambú o hierro-, singularizan todos los espacios, tan atractivos como funcionales, siguiendo la línea ya trazada por el cosmopolita El Llorenç Parc de la Mar, de la misma propiedad. A ello contribuye la estudiada decoración interior, obra del sueco Magnus Ehrland, que consigue que los huéspedes viajen al pasado en un sorprendente contexto contemporáneo.

Para ello utiliza colores de la tierra y del mar que dialogan con el entorno, aportando piezas de mobiliario singulares de firmas como Andreu World, Capdell, Dedon, Faro, Gandia Blasco o Vondom. Una decoración que cuida el detalle y completa con obras y diseños de Carlos Tíscar, Javier Mariscal, Nauto Fukasawa o Philippe Starck, por mencionar solo algunos, que evocan la naturaleza y la luz del norte de Mallorca.

Aunque Ehrland ha trabajado durante décadas en la industria de la moda, su creatividad lo ha convertido en artífice de interiores para marcas como Diesel y de hoteles como El Llorenç Parc de la Mar. En El Vicenç, desafía todos los convencionalismos para otorgar a cada rincón un estilo ecléctico y sofisticado, pero muy mediterráneo y conectado con la historia local.

Varios elementos del establecimiento se han confeccionado a medida, desde los muebles hasta las toallas y la ropa de cama, incluso el alicatado, con patrones complejos que han supuesto un auténtico reto matemático. Con el mismo mimo se han seleccionado los artículos de aseo, exclusivas amenities de Le Labo, y del spa, de Natura Bissé. Todo lo preciso para una estancia placentera y memorable.

Cita con el arte y la artesanía

La ubicación de El Vicenç, en el norte de Mallorca, permite disfrutar del arte en el Museu Sa Bassa Blanca de la Fundación Yannick y Ben Jakober. Está configurado por diversos espacios, como un parque de esculturas, un jardín de rosas y un edificio del arquitecto egipcio Hassan Fathy. Y la artesanía más genuina de Mallorca se descubre paseando por las calles del centro histórico de Pollença o en su mercado dominical, con paradas de embutidos, aceite de oliva, quesos, aceitunas, artesanía de madera de olivo y de trenzado de fibras de palmito.