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Para un mallorquín, vivir rodeado de alemanes no es un contexto extraño ni desconocido. Pero es más común que eso suceda en Mallorca que en Alemania, donde vive hace tres años la campanera Maria Burguera. Es profesora de catalán en la universidad de Berlín, y los dos últimos años lo ha sido en la de Tübingen, una pequeña ciudad cerca de Stuttgart.

Haciendo prácticas en el Consorci per la Normalització Lingüística, en su último curso del grado de Inglés y Catalán, en la UAB, un profesor le habló del Institut Ramon Llull y de la oportunidad de, a través de esta institución, impartir clases en universidades de otros países. Ella, que desde su gran experiencia de Erasmus en Edimburgo siempre había querido vivir en el extranjero, no dudó en aprovecharlo. Y, así, de la mano de un mallorquín, Ramon Llull, ha llevado la lengua catalana a aulas alemanas. La lengua y la cultura de su tierra.

Glosas y fiesta

El curso pasado organizó un taller de fiestas y tradiciones, enmarcado en la celebración de Sant Antoni y la glosa. Contó para ello con el grupo Sa Negreta de Sa Pobla, y con Glosadors de Mallorca. «Conectamos virtualmente y nos explicaron el origen de la glosa y en qué consiste, y realizaron una demostración con palabras sugeridas por los alumnos, que así vieron que es muy espontánea y difícil», afirma. «Sobre todo los estudiantes de niveles superiores disfrutaron mucho porque podían entender más temas de cultura, presentes en la glosa. Hubo casi 70 personas conectadas», añade.

La mayoría de sus alumnos son estudiantes de castellano que eligen otra lengua románica de optativa. «En general, les gusta aprender lenguas y tienen una sensibilidad especial para ello. Lo pillan todo a la primera y esto hace que el trabajo sea    muy agradecido y fácil», explica Burguera. «Algunos han vivido en Barcelona o en Valencia y luego han sentido curiosidad por la lengua. Otros lo hacen por amor a una lengua románica, o para conocer la cultura».

Como las clases de lengua catalana son solo dos horas semanales por curso, ella organiza actividades extra para ampliar el tema cultural y enriquecer el aprendizaje de sus alumnos. Han hecho un taller de collage con la valenciana Ame Soler, usando aforismos de Joan Fuster; una visita a un ensayo de castellers en Berlín, y un ciclo de cine de mujeres catalanas. «Ahora hacemos otro sobre temas de actualidad, como los prejuicios, la inmigración y la integración social, con películas como La dona il·legal o Sis dies corrents. También hay un curso específico de cultura, en castellano porque hay quien está interesado pero no sabe catalán o acaban de empezar», expone.

Maria también imparte clases en el Casal Català de Stuttgart. «Allí los alumnos tienen una motivación clara. Tienen familia, novio o pareja catalana o mallorquina. No siempre tienen tanto nivel de otras lenguas románicas, y les cuesta más. Sin embargo, de cultura catalana saben mucho más que los universitarios», detalla.

Celebrando el día de Sant Jordi, con sus alumnos.

Maria tiene ahora 25 años. Empezó a estudiar alemán como optativa en el instituto de Campos, y en la Escuela Oficial de Idiomas de Barcelona completó el nivel B-2 de esta lengua que sigue estudiando, y que le permite convivir con alemanes, y dedicarse a una labor que adora: «Lo que más me gusta es ver que gente extranjera quiere aprender nuestra lengua, estudiantes entusiasmados y agradecidos. Y valoro mucho poder transmitir nuestra cultura».