A pesar de la subida de precios nadie se resiste a refrescarse con un helado. | Teresa Ayuga

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No es ningún secreto. A simple vista se aprecia que: los helados son más pequeños y, también, más caros este verano. La inflación ha disparado el coste de las materias primas para su elaboración y, consecuentemente, el precio final de cara a los consumidores. La reducción del tamaño de este tipo de productos se explica por dos razones: disminuyen la cantidad para evitar una subida muy elevada del precio y, la parte positiva, también se disminuye la carga calórica. Lo que pagamos por estos dulces es más que en años anteriores, a pesar de que este verano se está vendiendo más que nunca.

Los heladeros se enfrentan a la paradoja de un verano récord pero con menos beneficios. «Hay movimiento, la gente tiene muchas ganas de salir. Está siendo una buena temporada, ya veremos que pasa luego en invierno», reconocen desde la Boutique del Gelato. Por su parte, desde la heladería Murmui hacen un balance similar: «La perspectiva de la temporada está siendo muy buena, el verano nos hace ver las cosas más positivas», reconoce Mónica Paramo, propietaria y administrativa. El incremento de precio responde, una vez más, a que casi todos los ingredientes para fabricar helados han subido. La leche y la nata de marca blanca son diez céntimos más cara que hace seis meses, el azúcar cuesta un 30 % más, y las frutas se han convertido en un alimento de lujo. A todo esto hay que sumarle la imparable escalada de la electricidad que encadena cifras históricas desde principio de 2022.

«Los proveedores de materia prima han encarecido sus productos entre un 20 y 30 %. Antiguamente nos pasaban un listado de precios para todo el año, hoy en día eso es impensable, ningún proveedor se compromete a mantener los precios con la situación actual. Nadie quiere pillarse los dedos», explican desde la fábrica en Palma de la Boutique del Gelato. En este sentido, Paramo apunta que llevan «tres subidas por parte de los proveedores desde el inicio de la temporada».

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El incremento de costes no ha llegado de la misma manera al bolsillo de los consumidores, mientras que unos se han visto obligados a incrementar los precios otros todavía intentan resistir. «Hemos decidido mantener el precio de nuestros helados en cubeta, aunque es los de bote de cristal de los supermercados si hemos tenido que subir unos 15 céntimos. La carga la llevamos nosotros pero no podemos aguantar mucho más tiempo así, la subida de precios nos afecta a nosotros y a todos», explica Paramo. Aunque la mayor parte del aumento de coste lo han asumido los fabricantes, algunos sí se han visto obligados a aumentar los precios de cara al consumidor. «Es imposible mantener los precios, aunque estamos haciendo todo lo posible para que sea lo mínimo», aseguran desde la Boutique del Gelato.

Todo cuesta más este verano. No solo lo ingredientes, los heladeros son unos de los grandes perjudicados por el incremento del precio de la luz, ya que su producto tiene que estar siempre en el congelador y a una determinada temperatura. Pero no todo queda ahí, los artesanos aseguran que también se ha visto incrementado el precio de los envases biodegradables con los que se fabrican las tarrinas y las cucharitas. «No solo es la materia prima, hay que sumarle y la luz. Es un producto que se conserva en el congelador y son maquinarias que consumen mucha energía», señalan desde la heladería artesana Murmui. Con todo, de media, la bola de helado artesanal cuesta este verano diez céntimos más.

Del Frigo Pie al Calippo: también más caros y más pequeños

Sí, tus ojos no te engañan. Se puede ver a simple vista que los conos y helados más míticos que venden en los supermercados también han incrementado su precio y no solo eso también han reducido su tamaño. Lo mismo ocurre con los helados elaborados de tarrina que venden en los grandes supermercados. Es decir, todos aquellos alimentos que llegan al consumidor después de ser procesados en las fábricas, como es el caso de los helados, han subido entre un 4 y un 5 % sus precios desde inicio de año, según datos del Instituto Nacional de Estadística.

Y es que la inflación se explica de forma clara en la evolución del precio de los helados más míticos, como son un Calippo o un Frigo Pie. En la última década estos productos han disparado su precio un 500 %. Por ejemplo, en 1986 un Calippo costaba 50 pesetas, lo que ahora son 30 céntimos. Su coste actual en un supermercado es de alrededor de 1 euro. Es decir, más de un 1.000 %. Eso sí, hay que tener en cuenta que los hábitos de consumo han cambiado por completo. Antes era habitual comprarse un helado en un quiosco de manera esporádica y, ahora, en cambio, se llena el congelador de casa con los de marca blanca de los supermercados o se disfruta de un helado artesano en alguna heladería. La competencia es hoy mucho mayor que hace años. Sin embargo, y a pesar de todo, nadie está dispuesto a renunciar a refrescarse con un helado este verano.