Esta desértica tierra aun alberga múltiples sorpresas. | J.Pierre Desvigne

TW
0

La polvorienta y desértica tierra de Ica, en la costa sur de Perú, fue cuna de la cultura Nazca, cuyos pobladores llegaron a construir, hace más de mil años, kilómetros de acueductos subterráneos, que hoy el Estado peruano quiere volver a poner en valor. «Es un modelo tecnológico de suma importancia porque tenemos acá construcciones que datan entre los años 300 y 500 d. C. aproximadamente, lo que significa que hay una tecnología de 1.700 años de antigüedad que funcionaba y que funciona hoy en día», destacó a Efe el director de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Ica, Alberto Martorell, en los acueductos de Cantalloc.

El subsuelo de esta zona está lleno de redes subterráneas de agua, que mayormente siguen en activo regando cultivos y palmeras del valle verde que destaca entre el árido entorno. «El recurso hídrico ha sido usado de una forma brillante en una zona desértica, permitiendo el florecimiento de una cultura tan importante como la Nazca en condiciones que si no desarrollaban esta respuesta, no hubiera existido este desarrollo cultural», remarcó Martorell. Los acueductos recogen y canalizan aguas procedentes de los Andes, así como de ríos cercanos y manantiales a través de galerías que salen a la superficie en zonas de cultivo o permanecen subterráneas. «Se mantiene esta utilización del territorio con esa ancestralidad».

«La tecnología nos permite conocer el nivel de avance de esta obra de ingeniería compleja» dijo Martorell mientras recorría el centro arqueológico. Cuando este pueblo llevaba el agua a canales exteriores, implicaba la extracción de la capa freática (acumulación de agua subterránea a una profundidad relativamente pequeña bajo el nivel del suelo) hasta la superficie, lo que para los arqueólogos implica una compleja operación. El centro arqueológico de los acueductos de Cantalloc, situados a apenas 4 kilómetros de la actual ciudad de Nazca, está formado por una veintena de respiraderos en forma de espiral de unos seis o siete metros de profundidad que conectan y dejan ver, oír y sentir la presencia de la preciada agua.

«La función de estos respiraderos es básicamente dotar de luz y oxígeno a las galerías subterráneas para asegurar un flujo constante y homogéneo del agua», explicó a Efe el arqueólogo Abdul Yalli, del sistema de gestión de Nazca y Palpa de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Ica. Yalli añadió que estos llamativos ojos de agua también sirven para ingresar y hacer el mantenimiento de la red de acueductos. Pero el objetivo de los respiraderos no era únicamente práctico, el misterio que envuelve a las famosas líneas de Nazca, que solo pueden ser apreciadas en toda su magnificencia desde el aire, también se contagia en esta obra de ingeniería. Al haber tantos ojos de agua consecutivos, separados a veces por apenas un metro, está claro que eran utilizados para más fines que únicamente el mantenimiento y la oxigenación del agua.

«Una cultura tan vinculada con la necesidad de agua debe haber tenido una consideración del agua como elemento sagrado», dijo Martorell, al explicar que aún no se sabe con certeza para qué más se usaban estos respiradores, pero podían servir para fines rituales. «La sociedad nazca, era una cultura teocrática», agregó Yalli al indicar que era un pueblo que miraba mucho «hacia arriba», como muestran las líneas que elaboraron, cuyo origen y función también está vinculado con el culto a las divinidades. Además de contar con un desarrollo muy avanzado de la tecnología hidráulica, esta cultura que habitó en el actual territorio de Perú desde el siglo I al VII, también se caracterizó por sus labores en cerámicas policromadas y textiles.

«Hay 29 acueductos en el valle de Nazca, 20 en un estado de conservación regular y los otros prácticamente han desaparecido a consecuencia de la expansión urbana», detalló Yalli. El arqueólogo añadió que «muchos acueductos se han visto afectados de manera irreversible, y en otros faltan trabajos de mantenimiento, limpieza y restauración». «Por su antigüedad, nivel de desarrollo tecnológico y lo que representan para la ingeniería hidráulica desde épocas tan remotas, es uno de los sitios que el Estado peruano ha incluido en la lista indicativa, es decir, que van a presentarse para convertirse en patrimonio mundial de la Unesco», dijo Martorell. A la misión de poner en valor este conocimiento ancestral, se ha sumado el grupo privado AJE y la Asociación María Reiche Internacional (fundación con el nombre de la más famosa estudiosa de las líneas de Nazca). Para conseguir este reconocimiento internacional, este compromiso público-privado emprenderá un camino que comprende continuar las investigaciones, seguir las labores de limpieza y divulgar la importancia y audacia de una obra de ingeniería que dio vida al pueblo nazca.