Jaume Sureda. | Click

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Este viernes nos tomamos un café con el cantante Jaume Sureda. La cita fue en El Zaguán, una de nuestras oficinas lejos de la redacción de Ultima Hora. Llega ahí con unos minutos de retraso, «pues no es fácil aparcar». Le animamos a que la próxima vez lo haga a pie, pues desde su barrio, Santa Catalina, hasta plaza de Santa Payesa, es un paseíto. «Pero es que ya no vivo en Santa Catalina –nos dice–. Vivo en el Molinar y desde allí a aquí hay una buena tirada». Le citamos porque en breves fechas publicará un libro, lo cual nos sorprendió, no porque no pueda, porque vivencias tiene para ello, sino porque lo suyo es cantar. Es más, sabemos que dentro de nada presentará Sureda després de tot, un disco grabado en los estudios de Manuel Escobedo (Montuïri), de once temas, siete de los cuales son suyos, y entre los no suyos, Joan Manel Serrat, compuesto, y cantado a dúo con él, por Pedro Ruiz.

«Pues sí, he escrito un libro que se titula Los sonidos de mi yo, de 43 capítulos, en el que hablo de los sonidos, y ruidos, que recuerdo, y que en cierto modo marcaron mi vida. Sonidos de la calle, de la gente, del campo… Sonidos que solo escuché yo, pero que, algunos, escucharon otros. Sonidos, algunos, de una época concreta… Sonidos, que al recordarlos, recuerdo también cómo era esta Isla, en aquellos años».

Sonidos diferentes

Tras pensar durante unos segundos, va enumerando algunos de esos sonidos y ruidos… «Por ejemplo, el sonido del cuerno del pescadero cuando llegaba a tu calle. O el del afilador de cuchillos. O el del vendedor de helados, que llegaba haciendo sonar la música de Edelweiss. O el del camión de refrescos. O el que escuchaba cuando iba con mi madre a comprar a Pere Garau… O el sonido tan personal del bar Güell, ya fuera el de Tolo, al hablar, o el de alguno de sus clientes…Y por supuesto, los sonidos del Lluís Sitjar y los del Estadio Balear, los primeros más en conjunto, y muchos de ellos, cantados, los segundos, al ser menos los aficionados que acudían al campo, más individuales», cuenta.

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Portada del libro de Jaume Sureda.

«Tampoco quise olvidar –nos dice– el de la Lambretta de mi padre, con la que íbamos a buscar setas, caracoles, espárragos… O a pescar… Sonidos de una misma moto que no siempre sonaban igual, o el poco sonido que producían los coches de mi infancia, ya que eran más bien pocos. O el sonido que producen los de ahora… O el sonido de los saludos de la gente de antaño, cuando parecía que todos nos conocíamos, todo lo contrario a ahora. O el sonido de la vida de entonces, que se hacía generalmente en casa, y el de hora, parte de la cual tiene lugar en las terrazas o en los bares y… ¡Pues qué se yo! El sonido del cine, primero, Doré, luego, Dorado, y por último, Alexandra, en el que vi películas, entre ellas, las de Tarzán y Kung Fu, con sonido de la selva, sonidos de tatamis… Y hablo de esos sonidos en primera persona. De ahí que haya titulado el libro Los sonidos de mi yo».

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Si riegan los parterres bien, Nuredduna será la calle que todos querríamos.

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En Nuredduna no hay aceras levantadas por las raíces de los árboles...

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...ni tampoco sintechos durmiendo en cualquier sitio, como en el Olivar.

No es como otra calle

La calle Nuredduna es la calle en la que muchos palmesanos quisiéramos vivir. Peatonal, con amplias aceras, iluminación, parterre con flores, que se tendrán que regar, porque si no, lo que crezca en ellos se resecará y morirá, como ocurre en otros parterres de Palma… Pero, mientras esto no suceda, Nuredduna no es una calle cualquiera. Y desde luego, nada que ver con otras calles de Palma. En cambio, los que no están muy de acuerdo con la peatonización, son los que viven en las calles adyacentes, ya que os coches que antes aparcaban en ella deberán hacerlo en estas, con el correspondiente colapso circulatorio… Tampoco Nuredduna tendrá aceras levantadas por las raíces de los árboles, ni gente durmiendo en sus aceras –como en la plaza de España, o la Porta de Sant Antoni o la plaza del Olivar; por poner unos ejemplos–, ni desagües de las casas sobre las aceras, como también ocurre en el citado tramo de Ricardo Ortega no renovado todavía…