Ramon Servalls, en las Bodegas Macià Batle, en Santa Maria, donde se celebrará el concierto. | Pere Bota

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Ramon Servalls (Palma, 1961), director de las Bodegas Macià Batle, será, un año más, anfitrión del Concert de la Lluna a les Vinyes, que tendrá lugar el sábado 9 de julio, en Santa Maria. Las bodegas acogerán una de las ya tradicionales citas solidarias del verano mallorquín, tras dos años interrumpida por la pandemia. La recaudación se destinará a proyectos que la ONG mallorquina Amics de la Infància apoya en Perú, Bolivia e India para mejorar la vida de niños y niñas en condiciones de pobreza extrema. La Orquestra Simfònica de les Illes Balears, bajo la batuta de su director, Pablo Mielgo, buscará emocionar y agradecer al público al son de la música.

¿De dónde surge la colaboración con Amics de la Infància?
—El espíritu solidario de Macià Batle es manifiesto, va en nuestro ADN. Hace ya años surgió la oportunidad de colaborar con Amics de la Infància a través de un concierto benéfico en nuestras bodegas.Fue un éxito y lo ha seguido siendo año tras año, hasta convertirse en uno de los conciertos solidarios más arraigados de la Isla.

¿Qué ha cambiado en estas nueve ediciones?
—Quizá la ocasión más especial sea la de este año. Es un punto y aparte. Después de dos años de pandemia, por fin recuperamos esta cita. Hay mucha ilusión y más ganas que nunca.

¿Por qué son importantes eventos como estos?
—La solidaridad juega un papel clave en la sociedad. Lo que recaudamos con estos conciertos, por ejemplo, permite que Amics de la Infància siga ejerciendo su labor, ayudando a muchos niños alrededor del mundo. Cada uno de los asistentes ayudará, aportando su granito de arena, para construir un mundo un poco mejor.

¿Qué ha supuesto para las bodegas la pandemia y el aumento de costes de producción?
—La pandemia supuso una complicación logística enorme. Faltaban botellas, cartones y hasta etiquetas para envasar el vino, pero con creatividad, logramos encontrar nuevas vías de comercialización y mercantilización. Como el turismo alemán no podía venir, llevamos el vino a Alemania, para que ‘degustasen’ Mallorca. Pudimos abrir nuevos mercados, de los que aún hoy nos estamos beneficiando. También el encarecimiento de las materias primas y del transporte nos lo vuelve a poner difícil ahora, pero no hay nada que, con trabajo, ganas y un buen producto, nos impida salir adelante.

¿Cómo se presenta la próxima vendimia?
—Como decimos en mallorquín, ‘No diguis blat fins que ho tenguis al sac i ben lligat’. Aún es demasiado pronto para hacer pronósticos, faltan dos meses para vendimiar, aunque las expectativas son buenas. Pese a la ola de calor, la uva se mantiene en muy buenas condiciones.   

El vino se ha convertido en uno de los productos mallorquines por excelencia...
—Ya es un emblema de Mallorca. En Macià Batle vendemos en todos los países de Europa y hemos recibido 360 premios internacionales. En las visitas a las bodegas muchos turistas repiten o vienen recomendados. Somos un referente. Y no solo fuera, también en la propia Isla. Los propios mallorquines valoran cada vez más el producto de aquí.

¿Qué vinos podrán degustar los asistentes al concierto?
—Tenemos un poco de todo, aunque la experiencia ya me dice que en plena noche de verano lo que más triunfa es el blanco. Otro aspecto a destacar es el servicio de cátering. La combinación entre el vino y la comida será, sin duda, otro motivo más para asistir y colaborar.

Las bodegas están de enhorabuena, ya que han conseguido tres nuevos premios Baco de Oro por la Unión Española de Catadores. ¿Qué significa para Macià Batle esta distinción?
—Detrás de los premios hay mucha dedicación, trabajo y esmero. El buen vino nace de una buena viña, con uvas de calidad. Es un trabajo de todos. Nosotros lo sabemos y nos esforzamos en que este cuidado proceso se siga desde el payés hasta el bodeguero. Por ello hemos recibido estos tres premios con mucha alegría. Es todo un incentivo y orgullo ynos corrobora que esta es la línea a seguir.

¿Con qué se queda de todos estos años?
—Me quedo con la copa de vino que aún me queda por beber. Siempre nos queda una más por disfrutar. Es lo bonito de la vida, la ilusión por todo lo que está por llegar.