Andreu Muntaner, un veterano apasionado de la fotografía y sus procesos. | Jaume Morey

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Apenas pones un pie en su casa, te topas con una pared repleta de cámaras fotográficas. Hay más, muchas más, en un cuarto contiguo. Las encontramos de todos los tipos, tamaños y épocas, algunas con un visor de imágenes estereoscópicas de finales del siglo XIX; hay cámaras de galería, de cajón, otras con trípode, las más antiguas son de madera, con fuelle y objetivo de bronce, otras de plástico o metal. La casa ‘museo’ de Andreu Muntaner Darder exhibe también daguerrotipos, el primer procedimiento fotográfico. En suma, me atrevería a decir que posee una de las colecciones privadas más importantes ya no solo de Mallorca sino de toda España.

«No sabría decir cuántas tengo, quizá unas doscientas». Nunca llevó la cuenta el bueno de Andreu, un mallorquín de 95 años con la mente más fresca que la plateada escarcha del amanecer. «Comencé a coleccionar cámaras y fotos antiguas después de jubilarme, aunque la fotografía siempre me había interesado», explica con un hilo de voz este geólogo especializado en estudios de agua, realizados durante su periplo profesional para GESA y particulares.

Cuenta también con un profuso archivo fotográfico, que da buena cuenta de la evolución social de Mallorca, así como su fisionomía cambiante. Tomas antiquísimas de la demolición del Puig Major, previa a la instalación de una base de vigilancia aérea norteamericana, el antiguo Baluard de Sant Pere, el vetusto muelle y murada de Palma, o una panorámica inédita de Porto Pi, conforman un auténtico tesoro que algún día debería colgar de las paredes de un museo para ser analizado con sorpresa y admiración. Como así unas exquisitas tomas aéreas realizadas en 1964, durante un vuelo para GESA, en el que su objetivo captó la sinuosa orografía insular, desde el Port d’Andratx y Cala Sant Vicenç, hasta el Pla d’Orient y el Castell d’Alaró.

Primera cámara

La primera cámara fotográfica no se desarrolló hasta el siglo XIX, gracias a su irrupción la fotografía comenzó a usarse para ilustrar acontecimientos. Fue entonces cuando apareció la figura del reportero fotográfico de guerra, que tuvo que lidiar con un duro escollo, pues la cámara todavía era un aparato demasiado grande y pesado, a lo que había que sumar el hecho de que el fotógrafo necesitaba trasladar consigo un pequeño laboratorio para revelar los negativos. Todo cambió con la aparición de la primera cámara Kodak. Su advenimiento revolucionó la forma de entender la fotografía en la medida que, décadas más tarde, lo haría la irrupción de las cámaras digitales, inventadas en los ‘70 y sublimadas en los años 90.

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Archivos

Jubilado desde 1991, Andreu ya atesoraba gran cantidad de archivos familiares, que se    multiplicaron al disponer de más tiempo libre. No soló se volcó en su hobby, acumulando grandes cantidades de fotos y postales antiguas, también comenzó a coleccionar cámaras fotográficas. Hoy, las paredes de su piso son el testigo silencioso de una vida consagrada a su pasión. Le pregunto cuánto ha gastado en máquinas a lo largo de estos treinta y un años, y me responde que «dentro del coleccionismo, una máquina fotográfica o cualquier otra cosa cuesta lo que estés dispuesto a pagar por ella».   

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Detalle del extenso archivo con fotografías antiguas de Andreu Muntaner, con diferentes tomas de Palma.

Explica su hijo, Andreu Muntaner Sans, agente de medio ambiente, que «una parte de su colección procede de Mallorca, otra de la Península y otra del extranjero. Muchas cosas las compró por Internet. Antiguamente era más complicado, recuerdo que Caja Postal nos enviaba material desde Madrid con una lista de precios. Te quedabas lo que querías y devolvías el resto. Eran otros tiempos».