Microbióloga en el hospital de Inca y madre de dos niñas, Jimena y Carlota, Olivia Gutiérrez desprende buen humor pese a los posibles días fatídicos e imprevistos que surjan, tanto en el ámbito profesional como en la vida familiar. Una energía y actitud positiva que saca de su pasión por el trabajo y el amor hacia sus dos hijas y su marido. | Julián Aguirre

TW
6

Como cada primer domingo de mayo, desde 1965, hoy se celebra el Día de la Madre. Mientras los niños y niñas se despiertan y corren a la cama con mamá para sorprenderles con un detalle realizado en la escuela, los más mayores apuestan por regalar flores, perfumes, o cualquier detalle capaz de ilusionar, o reunirse a manteles en una jornada muy especial. Sin duda una festividad bien merecida pues el día a día, para la mayoría de las madres, por decirlo de alguna manera, está lleno de improvisadas aventuras y de complicadas estrategias para conciliar la vida laboral y la familiar.

La investigadora Alicia Sintes ha dirigido el único grupo nacional de científicos que participó en la detección de las ondas gravitacionales, hito premiado con el Premio Nobel en 2017, y es profesora de la UIB. Su impresionante trayectoria profesional, en el mundo de la Ciencia, cosecha numerosos premios y reconocimientos. Fue madre a los 40 años. «Cuando ya tenía mi vida consolidada llegó Mar Elisa. Ahora tiene 15 años y, siendo un bebé, han sido muchos los viajes a Italia, Francia, Estados Unidos, India, Australia, etc., para participar en congresos, actividades de formación y conferencias a los que me ha acompañado».

«Nuestro trabajo, –su marido, Zascha Husa, también es científico– requiere mucha dedicación. Yo digo que ella tiene unos padres malos y nosotros tenemos la suerte de tener una hija muy buena. Nos damos cuenta que el tiempo pasa muy rápido y no hemos podido disfrutarla como nos gustaría». Una de las actividades que Mar comparte, principalmente con su padre, es el senderismo. «¿Jugar?, pues el tiempo libre que tenemos es casi inexistente. Le gusta dibujar, hacer empanadas, etc». Por otro lado, Alicia Sintes, además de madre, también es hija y en este momento su madre necesita de su atención. «Con mi hermano nos vamos compaginando para atender a mi madre».

Alicia Sintes. Investigadora y profesora de la UIB, viaja por todo el mundo ofreciendo conferencias y participando en congresos, actos a los que la acompañó, desde que era un bebé, su hija Mar Elisa. «Yo digo que ella tiene unos padres malos y nosotros tenemos la suerte de tener una hija muy buena. El tiempo pasa muy rápido y no hemos podido disfrutarla como nos gustaría». Foto: J.A.

Para Miriam Gala, actriz y bailarina, y madre de tres niños, (Jorge, de 8 años; Amador, de 5; y Pau, de 4) el día comienza a las seis de la mañana. «Lo primero es una hora y media de yoga, luego cocino para dejar lista la comida y la cena, y después es el momento de preparar a los niños para el cole. Aunque la verdad he de decir que Jorge, mi marido, colabora en muchas cosas, especialmente con la ropa». Miriam Gala (Madrid 1982) llegó a Mallorca en 2012 y pasó de actuar en los teatros y grandes escenarios en la Gran Vía madrileña a las calles de Palma. «Quería un cambio en mi vida y nada más llegar conocí a Jorge Solano, violonchelista, y es el padre de mis tres hijos. Ambos comenzamos a trabajar juntos». Miriam, además de bailar, da clases de danza oriental y danza española, y forma parte del elenco del musical Una tienda en París, con el que ha ido de gira por el país. «No tenemos una rutina ya que el trabajo artístico es muy variable. Cuando teníamos un solo hijo siempre venía con nosotros a las actuaciones. Con el segundo, venían a veces, y con el tercero llegó la pandemia. Ha sido una época muy difícil. De hecho me tuve que poner a trabajar como enfermera y ahora vuelvo a retomar mi trabajo». Miriam estará hoy en un festival en Santa Eugenia, con el espectáculo Abrazarte, al que asistirán sus tres hijos. «Celebraremos el Día de la Madre allí, en familia».

Olivia Gutiérrez es madre de dos niñas, Jimena y Carlota, de ocho y siete años de edad, y trabaja como microbióloga en el hospital de Inca. «Realizo análisis de virus, bacterias, hongos, parásitos, bichitos en general, en el ámbito de las enfermedades infecciosas». Como cualquier madre, prepara los uniformes y mochilas escolares la noche anterior. «Por la mañana preparamos, tanto mi marido como yo, las meriendas, comidas, etc., y me marcho a Inca, ya que vivimos en Palma». En su tiempo libre practica deporte, «ahora que las niñas son más mayores les intentamos inculcar mis aficiones para poder conciliar. De hecho ellas también juegan a pádel y también les gusta viajar». Sin duda, su mayor apoyo es su marido. «También contamos con la ayuda de nuestra au pair, que además de ayudarnos con las niñas es una hija más para nosotros».

Otra mujer, y madre, que concilia trabajo y familia es Lucila Siquier, que trabaja en el departamento de Comunicación y Marqueting del grupo Fergus Hotels. «Ella, –refiriéndose a su hija Lucila– es lo mejor que me ha pasado en la vida», comenta. Su jornada arranca a las seis de la mañana. «La llevo al colegio y por la tarde ella regresa a casa antes que yo. Siempre que no esté de viaje, compartimos momentos juntas como bailar y hacer Tik Tok, nos vamos de compras juntas o me ayuda a hacer la cena».

Ariadna Salvador. Vive un duro y feliz momento junto a su pequeño Lluc y su proyecto empresarial. Ariadna Salvador es diseñadora de postres exquisitos y opina que «desde mi punto de vista la conciliación no existe sino fuera por los abuelos. Ellos son fundamentales».

Para la diseñadora de postres Ariadna Salvador, madre de un niño, el día a día «es una montaña rusa. La vida arranca a las 6.30 horas y, tras la ducha y un buen café, preparo la merienda y comida. Luego llevo a Lluc al colegio y me voy al obrador donde, tras recoger al peque de la escuela, muchas veces regreso con él hasta terminar los trabajos pendientes». Una gran ayuda para muchas madres solteras o separadas son los abuelos. «Desde mi punto de vista, muchas veces la conciliación no existiría sino fuese por los abuelos. Ellos nos echan un cable fundamental», señala Ariadna.