Vili Sánchez, Miguel Romero, Alex Charles, Xim Maqueda, Llorenç Frau y Mateu Frau, eurofans mallorquines. | Laura Becerra

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Eurovisión está a la vuelta de la esquina. Aún todavía con los ecos de la victoria del grupo rock Måneskin, que lograba para Italia el Micrófono de cristal con su Zitti e buoni, la ciudad de Turín será la anfitriona de la 65 edición de este certamen. Se trata de la tercera vez que el país transalpino lo organiza, aunque hay que remontarse a 1990 para recordar la última vez que alcanzó la gloria eurovisiva.

El pistoletazo de salida de esta edición es el 10 de mayo con la primera semifinal, que no cuenta con una potencia eurovisiva como Rusia entre los países participantes, ya que la UER ha expulsado indefinidamente a todas las cadenas rusas tras la invasión de Ucrania; continuará el jueves 12 con la segunda semifinal, mientras que la gran final se celebrará el sábado 14, con 25 finalistas, entre ellos España, que este año está representada por la cubano catalana Chanel y Slomo. Y por primera vez en años, España, junto con Reino Unido, la anfitriona Italia o la siempre favorita Suecia, tiene posibilidades reales de lograr un puesto alto.

A la búsqueda del éxito

Al menos en eso coincide el runrún eurovisivo internacional, las casas de apuestas, así como los eurofans españoles, los grandes ‘sufridores’ de una travesía por el desierto que se ha alargada durante décadas, salvo los resultados de Pastora Soler en 2012 y de Ruth Lorenzo en 2014, con sendos décimos puestos. La actuación de España en este certamen ha estado marcada por representantes equivocados, canciones nada competitivas, o directamente malas, puestas en escena inexistentes, o, peor aún, pasadas de rosca, que conseguían dejarnos en los últimos puestos y la honra por los suelos.

El interés por el festival no ha dejado de crecer este año gracias al éxito del Benidorm Fest, que RTVE celebró en enero como preselección para el certamen. Por eso, reunimos a un grupo de Eurofans mallorquines para hablar del evento musical más longevo del mundo. El más maduro recuerda ver por televisión a Miki defendiendo Enséñame a cantar en 1977; otro apunta que su madre le grabó bailando la coreografía de Azúcar Moreno y su Bandido en 1990; mientras que el más joven debutó en Eurovisión con Rosa López y Europe’s living a celebration en 2002.

«Eurovisión se ha ido transformando, pasando por épocas de decadencia y superando connotaciones negativas relacionadas con que era un festival de frikis que solo interesaba al colectivo LGTBI», apunta Xim Maqueda, que ha recorrido medio mundo siguiendo el festival, desde la edición de 2011, en Düsseldorf, junto a un grupo formado por Llorenç Frau y Mateu Frau, al que unos años más tarde se unió Alex Charles. Pero este año, al igual que el pasado, lo verán desde casa por la pandemia. Ya llegarán tiempos mejores.

Chanel, representante de España en Eurovisión. FOTO: RTVE

El que sí tiene toda la intención de ir a Turín es Vili Sánchez, que ya tuvo su primera toma de contacto con el Benidorm Fest, del que dice, «todavía arrastro la resaca emocional. Soy Chanelista, espero un Chanelazo y celebrarlo el próximo año en España». Sus compañeros rebajan la euforia generalizada, aunque creen que este año quedaremos en un buen puesto. «Prefiero esperar al primer ensayo de España, el 7 de mayo, que somos expertos en destrozar candidaturas» argumenta Miguel Romero.

En este sentido, Mateu Frau recuerda que «España ha quedado alta cuando sus cantantes dieron el do de pecho en la final, como Pastora o Ruth Lorenzo», mientras que su hermano Llorenç apunta que entre los representantes españoles de Eurovisión faltan candidatos mallorquines: «Tuvimos a Los Valldemossa, que acompañaron a Salomé en el 69, y Antonio Carbonell, que nació en la Isla, aunque se fuera pronto. Pero Lorenzo Santamaría se quedó a las puertas de ir al festival por un lío de discográficas. Una pena».