Motos sobre las aceras en perjuicio de los viandantes. | Click

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Un vecino de la calle Balanguera, de Palma, nos llama para quejarse, primero, de que hay motos aparcadas sobre la acera, y segundo, porque está harto de denunciar el caso al 010 y al 029 y ¡ni caso!. «Aparte de que las motos sobre la acera son un incordio para los ciudadanos de a pie, pues reducen el espacio, y encima dejan manchas de aceite sobre esta, sorprende que a las llamadas que hacemos a dichos números tampoco les hagan caso. Por otra parte –añade–, y por si fuera poco, los patinetes eléctricos también van por la acera por la que circula gente mayor».

Un buen libro

En un fin de semana casi hemos leído La otra liga, libro escrito por Miquel Alzamora, redactor de Deportes de Ultima Hora. Empezamos ojeándolo y terminamos apoltronados en el sofá durante un montón de horas. Y es que el libro engancha desde el principio. Sobre todo si te gusta el deporte, y de él, el fútbol. Y, sobre todo, si te gusta recordar… Porque Miquel, a lo largo de 347 páginas, cuenta muchas historias que ha vivido de forma directa o no tan directa... Historias de acontecimientos ocurridos en los últimos 30 o 40 años, a muchos de los cuales, el lector, o los conoce porque los ha leído, o se los han contado, o porque –los que más– los ha vivido. También habla de personas y personajes... De éxitos y de fracasos... De ascensos y descensos futboleros... De viajes para ver partidos... De historias que te llegan al alma porque nunca te imaginaste que esa persona en concreto las había vivido, y en un momento de su vida las comparte... De cómo son algunos entrenadores, que en una rueda de prensa son capaces de hablar durante una hora, y no decir nada que te permita sacar un titular, o de colegas que, pese a todo, sí saben titularlo con una frase que atrape la atención del lector... De cómo eran antes y cómo son ahora los deportistas, sobre todo en lo que se refiere a sus relaciones con los periodistas, hoy, desde luego, más complicadas que antes… Salvo excepciones, claro… También, gracias a La otra Liga recordarán a jugadores, directivos, deportistas que en un momento determinado fueron figuras, pero que el paso del tiempo ha difuminado... Vamos, que el colega se ha currado el libro que no veas…

Miquel Alzamora y su libro ‘La otra liga’,

que se lee de un tirón.

Aparte, Miquel cuenta cómo escribió el libro –en plena pandemia–, cómo hizo el recorrido a través del tiempo, cómo lo diseñó, el tiempo que le dedicó casi a diario, a veces hasta bien entrada la madrugada tras haber salido del periódico… ¡Qué ya lo vale…! Y como es persona noble, agradece a sus compañeros de redacción lo que aprendió de ellos, especialmente a Juan Miguel Giménez, que fue quien le lanzó sin paracaídas ni red a lo que significa ser reportero deportivo, y a Albert Orfila, que fue su jefe de Deportes en Ultima Hora –en la actualidad, es director adjunto del rotativo– por darle siempre confianza y ánimos; sin olvidar a Pere A. Serra, el hombre que hizo posible el cambio del periodismo en las Islas; a Pere Comas, director del diario durante muchos años, que ya no está entre nosotros; a Miquel Serra, el director desde 2014…

Miquel dedica también un capítulo a Miguel Vidal, ‘la enciclopedia andante del Deporte’, porque, ¿qué no sabía Miguel? A Tomas Monserrat, recordando que en el Luis Sitjar se metían con él porque pensaban que era baleárico y en el Estadi Balear hacían lo mismo porque creían todo lo contrario, porque era mallorquinista… De verdad que por todo eso, y por muchas cosas más que no caben aquí, pero que encontraréis en este libro, os recomiendo su lectura. ¡Ah, bueno...! Agradecer que Miquel no fuera portero, como quería ser porque de haberlo sido nos hubiéramos quedado sin poder leer este libro.

El restaurador Michele Caporale y su esposa, y colaboradora, Marcela Moreno.

Nos alegramos Michele

Michele Caporale es un conocido empresario de restauración italiano instalado en Mallorca, concretamente en la calle Fábrica, de Palma, desde hace 22 años. «Cuando me establecí en dicha calle –recuerda– solo habría tres o cuatro establecimientos, entre restaurantes y bares de copas. No muchos más». Estuvimos con él, en su restaurante, La Botega de Michele, para ver cómo se encontraba tras haber sido intervenido quirúrgicamente de un tumor en la lengua. Con él estaba su esposa, Marcela Moreno, que se ha tenido que poner al frente del negocio mientras él estuvo en Son Espases (en realidad, Marcela, además de esposa, es su colaboradora más importante, en la que se apoya en todo, por tanto siempre está ahí).

Michele, a quien todavía le costaba algo hablar, nos contó que sintió unas molestias en la lengua, «que me parecieron poco normales. Así que, a primeros de marzo, fui al médico, quien me mandó hacer unos análisis. El doctor Agramonte, analista, fue quien detectó que el causante de todo era un tumor maligno, ordenando que me operaran de urgencia, cosa que hicieron en Son Espases los doctores Víctor Lassa y María José Pastor, cirujanos maxilofaciales, para mí –dice– los mejores de España, a quienes les estaré eternamente agradecido, igual que al doctor Agramonte y al personal, en general, de Son Espases, tanto de la UCI como de planta, por lo bien que me atendieron. También quiero dar las gracias a mi esposa, que además de quedarse al frente del negocio mientras permanecí en el hospital, estuvo siempre pendiente de mí, así como al personal del restaurante, a mi sobrino, Andrea Caporale… Y es que no tengo palabras para agradecer lo que han hecho por mi…», apostilló emocionado. Ni que decir tiene –lo cual reconoce–, que esta operación ha cambiado su forma de ver la vida, dando ahora importancia a cosas a las que antes no daba, «y sentirme también más humano y sensible». Hay que seguir adelante y más cuando parece que la COVID comienza a ser historia, «lo que hará que todo se normalice… De hecho, esta Semana Santa ha sido muy buena, ha venido mucha gente, los negocios han funcionado, cosa que esperamos que sigan haciéndolo en adelante».

Michele es consciente de que si va más gente a la calle Fábrica, «su presencia, si no se pone remedio, se hace notar entre los vecinos, sobre todo a partir de la medianoche. Por ello, yo, desde hace tiempo –señala hacia la pared de la fachada del restaurante, en la que vemos varios carteles que piden a los clientes silencio a partir de ciertas horas de la noche–, he pedido respeto al descanso de mis vecinos. De hecho, a las diez y media de la noche cierro la cocina, y a las once y media empiezo a despejar la terraza… Y es que, metiéndome en la piel de los vecinos que tengo encima, considero que a mí también me gustaría que respetaran mi descanso. Por eso yo lo intento. Que vengan clientes, sí, pero pensando en que hay vecinos, cosa que tratamos llevar a la práctica todos». A Michele le deseamos mucha salud, prosperidad y larga vida.