La estatua del beato Ramon Llull preside un lugar distinguido del Passeig Sagrera, cerca del Palau de l'Almudaina. Muy cerca de este punto amarraban los barcos que transportaron al mítico autor mallorquín en sus múltiples viajes. | E. Valverde

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En las facultades de letras de las universidades de medio mundo conocen bien a Ramon Llull. No en vano el religioso, filósofo, teólogo y autor mallorquín es considerado una de las principales personalidades emparejadas al nombre de Mallorca. No así sucede con un considerable número de los habitantes de esta Isla, a quienes la simple mención del autor de Blanquerna y el Llibre d'Amic e Amat no les dice nada y por poco les suena a chino. Esas personas deberían saber que antes de que el deporte moderno y Rafael Nadal pusieran a Mallorca en el mapa internacional, Ramon Llull ya reclamó para la Isla un papel de protagonismo central que toda la cristiandad le reconoció.

Y es que Llull no es solo una figura reivindicada en nuestras tierras como también ocurre con el manacorí más famoso del mundo, con permiso de Mossèn Antoni Maria Alcover. Ramon Llull es uno de los autores cristianos más definitorios de la Edad Media en Europa, por lo novedoso de su obra y sus proyectos, como la escuela de traductores de Miramar. Su aportación fue fundamental para configurar buena parte del pensamiento filosófico universal a partir del siglo XII. Sus trabajos en múltiples ámbitos del conocimiento, siempre inspirados en una labor evangelizadora, sirvieron de guía para el desarrollo de ciencias y técnicas modernas. ¿Cuáles son los principales hitos de la vida de Ramon Llull, el primer homenot de Mallorca a partir de la Conquesta?

Una rápida vista a su primera etapa personal dirá que pasó sus años de juventud de forma ociosa en la corte de los primeros reyes de Mallorca, donde degustó alguno de los lujos y vicios propios de un cargo distinguido del funcionariado como él. Eso fue así hasta que varias visiones de Cristo crucificado le invitaron sobre la treintena de años a autoexaminarse, y en consecuencia cambiar radicalmente de vida. Como consecuencia Ramon Llull se desprendió de todas sus posesiones mundanas y buscó una conexión con Dios a través de la naturaleza que le reveló su propósito máximo en esta vida.

De él se conoce que pasó un tiempo en la montaña de Randa cuando ya contaba con unos cuarenta años, una edad madura en tiempos en los que la mayoría no llegaban a viejos. Randa es considerado por muchos como uno de los entornos telúricamente más especiales de Mallorca, y allí Ramon Llull se entregó a la vida eremítica como tantos en su tiempo. En la zona se conserva una cueva, que la tradición dice que es la que habitó siendo ermitaño, la misma que el Consell de Mallorca se propone restaurar próximamente.

A diferencia de otros extrajo de esa experiencia vital una fuerza inacabable y una misión a cumplir a toda costa: mostrar las virtudes del cristianismo a las gentes infieles que habitaban aun buena parte de la Península Ibérica y al otro lado del mar, más allá del Estrecho. En su tarea embarcó a gentes poderosas y a reyes de su época. Por su propósito en 1276 el rey de Mallorca Jaume II le cedió unos terrenos en Miramar, entre los actuales términos de Valldemossa y Deià donde se edificó un monasterio. Allí se formarían en árabe y otras lenguas orientales quienes se sintieran llamados a seguir su estela. Llull supo que, para convencer a alguien, conviene hablarle de una forma familiar, cercana, y lo puso en práctica.

ALGAIDA. PATRIMONIO. Abierta a las visitas la cueva de Ramon Llull en el santuario de Cura.
La cueva de Ramon Llull en Randa se ha acondicionado para ser visitada. Todo el monumento religioso de la montaña alude constantemente al beato. Foto: J.S.

No dejó de viajar en los años posteriores, ni de formarse. Tampoco de escribir. Fue un autor tremendamente prolífico, con centenares de obras en géneros y materias bastante variadas para la época. Sus viajes le llevaron a conocer y cultivarse en algunos de los principales centros de conocimiento de Europa, como la Sorbona, la emblemática universidad de París en la cual el mallorquín obtuvo su «magisterio en artes», equivalente a un doctorado. En el corazón de Francia estuvo al menos tres veces, en un momento en que la Ciudad de la Luz era considerada además la Meca del conocimiento a este lado del Mediterráneo.

No se quedó Ramon Llull en París sino que Santiago de Compostela, Pisa, Génova, Lion, Viena, Nápoles o Chipre, entre muchas otras ciudades, recibieron de primera mano su mensaje misionero. También llegó a pisar Tierra Santa y su visión caló tanto que incluso departió con un papa sobre su método y sus ideas, tal vez demasiado innovadoras para la época. En su faceta de autor cuentan con su sello más de 250 obras relativas a campos que abarcan desde la filosofía, la teología, la ciencia, las artes liberales e incluso textos novelescos y poéticos entre los que destacan Ars magna, Ars brevis, Arbre de ciència, Blanquerna, Llibre de contemplació, Llibre del gentil e dels tres savis, Retòrica nova, Llibre de l'orde de cavalleria, Fèlix o Llibre de meravelles, el Cant de Ramon, lo Desconhort, entre otros.

Llull fue uno de los primeros que escribió sobre temáticas cultas en lengua vulgar, no solo en catalán, sino también en occitano, sin descuidar el latín y el árabe, necesarios para acceder a determinadas esferas más elitistas. De este modo se plasma que el sabio y místico mallorquín no solo se preocupó de transmitir su mensaje a las gentes más comunes. Era perfectamente consciente de que debía persuadir a las élites y labrarse una buena reputación entre los clérigos y académicos si quería triunfar con su misión.

Según algunas fuentes históricas Ramon Llull murió linchado por la multitud enfervorecida entre finales de 1315 y principios de 1316 al ir a predicar sus teorías a una plaza de Túnez. De un modo u otro sus restos mortales regresaron a la ciudad que le vio nacer y que asistió a su espectacular transformación personal. Sus restos reposan en la iglesia de Sant Francesc, en Ciutat.

Más allá de la apasionante vida de Ramon Llull su importancia la determina su influencia rupturista en múltiples campos del saber, siendo considerado uno de los precursores de la computación, la inteligencia artificial e incluso anticipar de algún modo en sus textos la teoría de la evolución de las especies de Charles Darwin. Llull descubrió y explotó como nadie hasta la fecha el potencial de persuasión de las lenguas vulgares distintas al latín, en un momento en que la pujante burguesía comerciante se hallaba ávida de conocimientos y nuevas interpretaciones a los grandes misterios de la existencia. No son 21 Grand Slams como los de Rafa, pero ja n'hi ha.