Toni Salom señala desde dónde caen los pises del perro, y el charco que forman en la acera, que él mitiga a base de agua. | Click

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Días atrás nos pasamos por el negocio de reparación de motocicletas Taller JS, situado en la calle Antoni Ribas, de Palma. Toni Salom, que así se llama el dueño, se queja de que el vecino del tercer piso, que está encima de la puerta de su negocio, tiene un perro que se pasa gran parte del día solo, y que hace sus necesidades en el balcón. Como es un perro relativamente grande, tanto las defecaciones como las aguas menores no son discretas, sino más bien todo lo contrario, cayendo estas últimas, a través del estrecho tubo que hay en la fachada, de mayor extensión que el resto de salidas de aguas, sobre la acera, en frente de la puerta de su negocio. «Aparte de que huele muy mal, y más si el día es caluroso, si alguien no se da cuenta y lo pisa, puede resbalar y caerse».

Dice que se ha quejado varias veces llamando al 010, pero sin ningún resultado positivo. «Y ahora me he quejado más, pues en tiempos de COVID-19 se tiene que ser más precavido. Y si nos hacen ir con mascarilla para evitar contagios, los orines en la acera no favorecen para nada… Y eso que yo, como el perro sigue meando cada día, le echo agua con lejía. Pero ni aun así…». Nos comenta también que el vecino del dueño del perro, que ha de tener cerradas las ventanas en verano debido a que el olor entra en su casa a través de ellas, también se ha quejado. Pero tampoco le han hecho caso… «Por tanto, ¿qué podemos hacer? Porque, ya digo, llamamos al 010, que es para quejas, y como si nada». Apostilla con que nada tiene en contra del vecino ni del perro. Pero hay que encontrar solución a este problema. Pero ya. ¿Cómo? Pues a quien corresponda, que hable con aquel, y le haga ver que no es de recibo que las meadas de su perro caigan a la calle.

La pared lateral del Teatre Principal limpia de pintadas.

Dos de las cuatro cámaras de vigilancia.

Que cunda el ejemplo

El domingo, dándonos nuestro paseo habitual, llegamos hasta las escaleras del Teatre Principal, las que llevan hasta la Plaça Major y, ¡oh!, nuestra sorpresa fue doble. Y para bien las dos. Una, porque habían vuelto a repintar la pared del Principal, garabateada de nuevo por los pintamonas tras haber sido pintada, lo que pone de manifiesto que algunos de ellos son gente que no está bien. Y dos, porque tras ser pintada de nuevo, han hecho lo mejor que podían hacer: contratar dos juegos de cámaras para que graben durante las 24 horas del día lo que pasa en el tramo de calle que abarca dicha pared. De este modo, quien pinte será pillado y, suponemos, sancionado como corresponde. La idea de instalar las cámaras ahí ha sido, no sabemos si de Cort o del Consell de Mallorca. Pero bien instaladas están, pues el que pinte sabe que le van a pillar.

Ante esta situación, porque nadie duda de que Palma sigue pintada, o se echa mano de las cámaras instaladas en calles y plazas, que las hay –lo que no sabemos es si están de adorno, o si las mira alguien, o igual están, pero rotas–, o si no las hay, que las instalen, lo cual hará que los pintamonas se lo piensen a la hora de hacer uso del espray o de las pinturas sobre las paredes y puertas. Pues que cunda el ejemplo del Teatre Principal y de verdad se actúe contra las pintadas.

A Toni Mas, por ser quien fue, le vamos a recordar siempre.

No te olvidaremos

Hace unas semanas, nos dejó Antonio Mas Sastre, a quien casi todo el mundo conocía como Toni Mas de Le Bourget. Sus amigos –que los tenía, y que eran muchos–, nos envían una nota, recordando quién era y lo mucho que hizo por el ocio nocturno de Palma. «Fue uno de los primeros valientes en apostar por una zona que empezaba a resurgir, como era sa Llotja, a principios de los noventa». Le Bourget abría de lunes a sábado, siendo el punto de reunión de cualquiera que buscara pasar un buen rato, encontrar a alguien conocido, o entablar nuevas amistades y tomar una copa al son de buena música.

Porque por Le Bourgetpasaron gran parte de la flor y nata de las compañías aéreas, desde pilotos a azafatas, además de mecánicos y empleados de tierra. Todos en Le Bourget buscaban un punto de reunión, o un lugar para quedar. También allí se formaron parejas, muchas de las cuales son hoy empresarios importantes de nuestra Isla. Y lo mejor: que a lo largo de más de siete años, consiguió que cada día fuera sábado en Le Bourget. Y es que Toni, con su talante serio, pero afable, su melena y barba bien arreglada y todo su savoir faire, con cierto punto místico, encandilaba a todas las clientas del local... Aunque fue Katrin, su esposa, quien lo conquistó, y con la que tuvo una preciosa hija, Eva María. Las palabras –dicen, por último– nunca alcanzan cuando lo que hay que decir a través de ellas desborda el alma, como en este caso. «Gracies per tot Toni Mas, des teus amics». Sí, gracias, Toni. No te vamos a olvidar.