Kiko Hernández da vida a Alejandro, un triunfador que lo tiene todo.

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Kiko Hernández (Madrid, 1976) no viene a Mallorca desde que tenía 18 años. El 12 de marzo regresará a la Isla para presentarse como actor en la obra Distinto, con guion de Juan Andrés Araque y dirigida por Juan Luis Iborra. El cantante y compositor mallorquín Rafa Ferrà es el autor de la banda sonora de la obra.

¿De dónde le viene su gusto por la interpretación?
–Antes de participar en Gran Hermano había estudiado doblaje e interpretación con Fernando Acaso. Luego llegó la tele y comencé a encadenar un programa tras otro hasta hoy.

¿Cómo le llegó esta propuesta teatral?
–Un día, Juan Andrés (Araque), que es un muy buen amigo, me invitó a comer y también estaba Juan Luis Iborra. Sin yo saberlo, el encuentro fue un cásting. A los pocos días me llamó Juan Andrés y me dijo que Iborra quería que fuese el protagonista de la obra que estaba preparando y de la que yo ya había oído algo.

¿Qué contestó?
–Que sí antes de que terminara la frase. Es un sueño hecho realidad.

¿Cómo se está preparando?
–En enero comenzamos los ensayos. Y de hecho, teníamos que haber hecho la obra en 2020. El 10 de marzo me confirmaron que era el protagonista y mire lo que vino después. Tenía también una película y una serie que se suspendieron por la COVID-19 y pensaba que estaba gafado para hacer algo que no fuera televisión. Pero, por fortuna, este proyecto sigue adelante y debutaré el 11 de febrero en el Teatro José María Rodero de Torrejón de Ardoz y he tenido casi dos años para aprenderme el guion, así que si no me lo sé, es que soy muy tonto (risas).

En el cartel promocional, su foto es la más grande. ¿No cree que sus compañeros se pongan celosos?
–Es que soy el protagonista.

¿Tiene miedo a que algún espectador le increpe?
–Está todo pensado y controlado. De todas formas, vería un absurdo que alguien se gastara un dinero en ir a ver a alguien a quien no soporta. No le encontraría ningún sentido.

¿Qué compañero televisivo le gustaría que viniera al teatro y cuál es mejor que no aparezca?
–No quiero que venga nadie. Es más, si viene alguien de Sálvame y le veo en el patio de butacas pararé la obra. También he dicho a mi familia que no venga, por lo menos en las primeras funciones. Es un reto muy importante para mí y no quiero que nada ni nadie me distraiga.

En la obra interpreta a un triunfador. ¿Se ve reflejado en él?
–En absoluto, además es tan bueno que parece gilipollas. La moraleja de la obra es que cuando hay alguien diferente, van a por él.

Pero ‘Sálvame’ es un gran escenario de interpretación, ¿no?
–Se equivoca. Ahí cada uno mostramos como somos, aunque cada uno tenemos nuestro rol. Sería imposible mantener ese ritmo interpretativo cuatro horas cada día durante 12 años.

¿Alguna vez ha sentido vergüenza propia tras un programa?
–Sí, muchas veces he pensado: ‘Kiko, hoy te has pasado’. De hecho, durante un tiempo pensé en tatuarme en la frente ‘Perdón’ porque me pasaba todo el día disculpándome. El problema es que soy muy impulsivo y si me buscan, me encuentran. Y si pienso que en un asunto tengo la razón, soy muy insistente.

¿Impone mucho Juan Luis Iborra?
–Es un encanto y aprendes un montón con él. Es muy fácil trabajar así. Yo lo único que no soporto es que me griten y Juan Luis nunca alza la voz.

Sorprende que diga eso trabajando en ‘Sálvame’.
–Me refiero a un jefe. Entre compañeros es normal y no me molesta. Si un jefe me da una orden gritándome, lo tiene muy mal conmigo.

¿Va a seguir compaginando el teatro con la televisión?
–Sí, entre semana haré televisión y los fines de semana, teatro. Desde que nacieron mis hijas dije que no quería trabajar los fines de semana y lo primero que hice fue dejar Sálvame de luxe.

¿Cuál diría que es su secreto para aguantar veinte años en el mundo de la televisión?
–Diría que soy muy trabajador. Ha habido infinidad de noches que compañeros han salido de juerga y yo me he ido directamente a casa. Al día siguiente, uno no ha ido al programa por la resaca, el otro por no se sabe, pero yo nunca he faltado a un trabajo.