El monje Geshe Tsering Palden, con David Novi, frente a la mandala. A la derecha, los dos monjes tibetanos, con el citado David Novi, director del Centro Lama Tsongkhapala de Palma, y un grupo de amigos. | R.D.

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En el año 1959 la China de Mao Tse-Tung invadió el Tíbet, expulsando al Dalai Lama, líder político y espiritual de los tibetanos, lo que le obligó a abandonar aquel territorio, no solo a él, sino también a otros monjes y a numerosas familias. Fue una huida a pie. Larguísima, por tanto, pues la intención era refugiarse en la India. Uno de los monjes, Geshe Tsering Palden, entonces persona joven –tenía 16 años–, ha estado el pasado fin de semana en Palma, concretamente en la que es su casa, el Centro Lama Tsongkhapa, dirigido por David Novi. Estuvo acompañado por otro monje, bastante más joven que él, Geshe Ngawang Losel, nacido en la India. Ambos, el pasado viernes, distribuyeron la jornada en dos: por la mañana se desplazaron a Pollença para visitar el Museu y, de paso, ver y rezar ante el mandala –uno de los más grandes que hay en el mundo– que un grupo de monjes construyeron con arena durante treinta días, un par de meses antes de que la Isla –y Pollença más concretamente– fuera visitada por el Dalai Lama, hecho que acaeció en 1990. Pues como decimos, acompañados por Aina Aguiló, estuvieron visitando el museo y el mandala. Y luego por la tarde, en el centro de Palma, asistieron, junto con otros fieles, al servicio religioso. Antes, hablaron con nosotros. Aunque en realidad quien más habló fue Geshe Tsering Palden, quien nos recordó la salida del Tíbet, «bajo la nieve, muchos de nosotros descalzos, con la intención de llegar a la India».

El primero en salir fue el Dalai Lama y su séquito, «luego, por grupos, salimos los demás. Como teníamos miedo a ser descubiertos desde los aviones y helicópteros que sobrevolaban el territorio, nuestra huida fue campo a través, procurando que los árboles nos ocultaran. Fue un viaje largo y duro, muy duro, hasta que llegamos a la India».
Geshe Tsering Palden pudo regresar al Tíbet, donde había quedado familia suya, en 2006, fecha en que el gobierno chino permitió volver, pero solo de visita, a los tibetanos. «A los civiles, con el pasaporte y el visado les fue suficiente; a nosotros, no. Además de esos dos documentos tuvimos que presentar otros, cuyo visto bueno se demoraba y cuando llegaba nos pedían más documentos. También hablaron con nuestras familias para que nos identificaran… En fin, muchos obstáculos hasta que al final nos dejaron entrar, hacer la visita. Había pasado tanto tiempo, que mi hermana ni me reconoció». En cuanto a si los monjes podrán restablecerse en el Tíbet algún día, Geshe Tsering Palden reconoce que «tenemos esperanza de que sí, que con tiempo y con mucha paciencia llegue el día de volver».

Conociendo Palma


El pasado fin de semana, algunos fotógrafos de Fotos con Historia en ruta por Mallorca se fueron de visita guiada por Palma. Fueron, en total, quince. Quedaron en la Plaça de Cort, en el Banc Sinofós, siguiendo por Plaça Major, iglesia de Santa Margalida, cúpula del Centro de Historia y Cultura Militar, Plaça del Olivar, Los Geranios, iglesia de Sant Miquel, Plaça d’Espanya y Bar Cristal, donde se reunieron a manteles, almorzando cada cual lo que quiso, pues había tres menús a elegir. A media tarde, antes de que se pusiera a llover, cada uno se fue a su casa. ¿Lo mejor de todo? Pues todo, pero tal vez destacaríamos el buen rollo que ha creado la ruta entre sus ruteros. ¡Ah, bueno…! El guía de esta ruta fue el historiador y experto en patrimonio Josep Francesc Borne, profesor de Historia y Arte en el IES Emili Darder, quien, desde 1992, guía visitas por Palma.

Cuestión zanjada

Días atrás, la alcaldesa de Son Servera finiquitó la cuestión planteada a raíz del cambio de la calle Sol por la de Serafí Nebot, hijo de dicha localidad, a la que se oponían algunos de los vecinos, alegando que eso supondría tener que realizar ciertos cambios en cuanto a la dirección de determinados establecimientos de la misma, aparte de que el nombre de Sol les parecía bonito. Pues bien, como decimos, la batlesa de Son Servera zanjó la cuestión, por otra parte aprobada y ratificada en dos plenos, a través de una carta que envió a Serafí, anunciándole «nuestra satisfacción por haber aprobado oficialmente la distinción hacia su persona con la designación oficial del nombre de la calle en la que creció, de ahora en adelante Carrer d’en Serafí Nebot, músic». Así pues, la idea que lanzó hace años el colega y amigo Miguel Soler, respecto a que Serafí tuviera una calle en su pueblo, se ha hecho realidad. ¡Ah! y nos cuentan que el Ajuntament de la localidad colaborará con los vecinos que tengan que cambiar la razón social por el cambio del nombre de la calle. Pues lo dicho, cuestión zanjada.