Su última adquisición, un Jeep Willis utilizado durante la Segunda Guerra Mundial; pura arqueología militar. | P. Pellicer

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En una amplia y luminosa calle de Santa Maria, alejada de su bulliciosa arteria principal, vive Paco Mata, un militar retirado que cultiva con entusiasmo y paciencia su pasión: la militaria. Se trata de una afición consistente en acumular artículos militares por su importancia histórica.

Atesora una colección de lo más heterogénea, centrada en uniformes y sus complementos, así como vehículos a motor. Al franquear la puerta, uno toma consciencia de no estar en una vivienda convencional. Sus paredes y repisas albergan recuerdos de un pasado castrense.

Abajo, en el garaje, resplandecen bajo la luz de los fluorescentes dos espléndidas motocicletas de época: una BMW con sidecar, modelo utilizado por el Ejército alemán en la II Guerra Mundial; y una pintoresca motocicleta usada por el ejército suizo que monta un motor italiano de Ducati.

Una afición en auge

Mahonés de nacimiento, a sus 67 años lleva media vida atesorando memorabilia militar. Pero, ojo, no confundir su gusto por la militaria con la exaltación del conflicto bélico, ni con la adhesión a una determinada actitud política o ideológica. «Hay gente de todos los partidos, profesiones y condiciones. Que nos guste la militaria no quiere decir que nos guste la guerra», matiza. Sabe de lo que habla, estuvo destinado en Bosnia y conoció el horror de cerca.

Paco es un anfitrión afable y hablador, de exquisitas maneras. Cada pieza que muestra viene acompañada de una minuciosa explicación. Y, entre tanta acumulación de condecoraciones, insignias, gorras, cascos, banderas y uniformes, uno se pregunta: ¿Cuál es la niña de sus ojos? No es una sino dos. Para empezar, su última adquisición, «un Jeep Willis usado por el Ejército estadounidense durante la II Guerra Mundial con el motor auténtico, ya que es muy típico cambiárselo por un Perkins de gasoil». La otro pieza que este antiguo Comandante de Artillería guarda como oro en paño es el uniforme del mariscal de campo Rommel. «Se trata de una réplica del que utilizó en el Afrika Korps, con la gorra, corbata y bota alta, no la bota de lona que el Ejército facilitaba a la tropa, sino la de cuero que él llevaba». Este impactante atuendo lo ha transformado el bueno de Paco «a partir de un uniforme de tropa».

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Paco Mata sostiene el mapa de seda que llevaban los pilotos estadounidenses en la II Guerra Mundial.

Su colección alberga piezas de los ejércitos español, rumano, búlgaro, suizo, ruso, norteamericano y alemán. No hay ninguna del Ejército inglés «porque su estética en particular no me gustaba». Lo que más abunda son las prendas alemanas, «tenían un porte especial, algunas de ellas fueron diseñadas por Hugo Boss. Por contra, las prendas americanas eran más prácticas y guerreras». Todo ello rematado con sus respectivos complementos, «cualquier uniforme lleva correajes, funda de pistola y demás». También es un ávido coleccionista de emisoras de radio.

La afición por la militaria es un fenómeno relativamente nuevo en España, «aquí empezó en el año 2000, está más desarrollado en Francia, Inglaterra y Rusia, donde hacen unas recreaciones tremendas con aviones y carros de combate». Precisamente, la recreación histórica es otra de las facetas de la militaria, y es que a muchos coleccionistas les seduce vestir de época para catapultarse al pasado, mostrar cómo lucían sus uniformes y equipo los soldados, como comían y qué pertenencias llevaban en los bolsillos, ofreciendo al público y curiosos una inmediatez y cercanía imposible de conseguir en un museo. De ahí su pertenencia a la ARHMa (Asociación de Recreación Histórica de Mallorca), cuyos miembros se juntan, de tanto en cuando, para catapultarse ‘de etiqueta’ a otra época.