Un taller siempre lleno. Las participantes en uno de los grupos nocturnos que ha comenzado este mes. De izquierda a derecha: Trinidad Morell, Remedios Mas, Laura Rodríguez, Ángeles Muñoz, Francisca Rosselló, Catalina Trias y Bea Borràs. Todas están muy interesadas en aprender los secretos de la confección de trajes tradicionales de Mallorca. | Lluc Garcia

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Son más de las 10 de la noche y el portal de Can Dulce, en Sóller, sede de la Associació Sollerica de Cultura Popular, sigue bien abierto y con las luces encendidas, pero no parece haber nadie en su interior. Sin embargo, en una de las salas de la primera planta del casal, se puede escuchar una ligera conversación y el sonido inequívoco de una máquina de coser. Tras la puerta, desde las 9 de la noche hasta la medianoche, un grupo de mujeres se reúnen casi cada día para aprender los secretos de la costura tradicional y para confeccionar los vestidos mallorquines de pagès o pagesa que ellas mismas o algún familiar van a lucir durante las fiestas.

Desde hace muchos años, la sollerica Catalina Trías Nadal (Sóller, 1948) es la maestra de este peculiar grupo de costureras aficionadas, o de costureros, porque de vez en cuando «algún hombre también se ha animado», explica Catalina mientras da instrucciones a sus ‘alumnas’. Aunque los talleres de costura siempre han sido de noche, este año por primera vez también dirige un grupo por la tarde, ya que por las restricciones de la pandemia, «no nos podemos juntar tantas a la vez».

Catalina Trías junto a un traje de ‘pagesa’ rústico que ella misma ha confeccionado.

Cinco piezas

El día que visitamos el grupo nos encontramos en plena faena a Bea, Trinidad, Remedios, Laura, Ángeles y Francisca, cada una ocupada en una pieza distinta. El trabajo consiste principalmente en confeccionar piezas de vestidos payeses, pero algunas cosen otras prendas. Este día Mercedes está dando los últimos puntos a un gipó y Catalina nos muestra un volant confeccionado con una tela de randa muy antigua, mientras Francisa elige una tela para unos calçons amb bufes. Hay trabajo, ya que un vestido de mujer se compone de cinco piezas. Normalmente se empiezan a coser en octubre para tenerlos listos en mayo, cuando se celebra la Fira y hay costumbre de vestir a la antigua. Durante estas noches aprenden de la maestra, se relajan y se lo pasan bien. Catalina explica que algunos años han llegado a pasar por el curso medio centenar de personas cada semana, y a veces incluso más. Empezó a colaborar con la Associació Sollerica de Cultura Popular a principios de los años 80, ya que la entidad quería promover una recuperación de la indumentaria mallorquina. «Pronto mucha gente se interesó por confeccionar sus propios vestidos de pagès o pagesa, tanto para adultos como para niños. Algunos años las Valentes Dones electas también se han apuntado para confeccionarse el vestido que tenían que lucir por Sa Fira.

Bea Borràs, una de las que asisten al taller de Catalina, fue Valenta Dona hace unos años y durante meses, tanto ella como su compañera Mar Umbert, se confeccionaron el traje para este importante día. Catalina explica que la mayoría no pueden coser todo el vestido allí, sino que «se llevan tarea a casa para terminarlo, porque son muchas horas de trabajo». La Associació de Cultura Popular premió este año a Catalina Trías por su labor.