Tomàs Vibot, durante una explicación delante del Forn del Santo Cristo. | Teresa Ayuga

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La cita era a las 11.00 horas de la mañana en el kiosco de la Plaça de l’Olivar, que durante toda la semana ofrece información sobre todas las actividades que se realizan con motivo de la Setmana del Pa 2021.

El protagonista de este miércoles fue el historiador y escritor Tomàs Vibot, autor del libro Del gra al pa. Història i tradició a Mallorca. Junto a una treintena de personas, realizó un recorrido por las principales calles de Palma que mantienen una relación histórica con el pan.

Tras dejar la Plaça de l’Olivar, el grupo se dirigió a la calle Moliners. «Aquí era donde estaba la Cofradía de los molineros, que aglutinaba tanto a los de agua como los de viento, que después se separaron», explicó Vibot, ante un auditorio compuesto mayoritariamente por mujeres.

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El horno de leña del Forn de la Glòria.

La siguiente parada fue la calle del Pes de sa Farina, donde se vendía la harina. «En la época islámica, los hornos eran privados y en Mallorca había 49. Luego, tras la Conquista, cambiaron de manos pero continuaron siendo privados muchos de ellos». Vibot también explicó cómo entre los siglos XV yXVII se produjo una gran explosión de la producción y negocio de todo lo relacionado con el trigo.

En la Plaça de la Quartera era donde se guardaba el trigo, y las autoridades custodiaban con celo la producción porque era una parte imprescindible de la dieta. «Había tres causas fundamentales por las que se producía un descenso de la población: las guerras, las epidemias y la falta de pan provocada por un desastre natural, como un gran incendio o por una cosecha escasa», comentó Vibot. En ese sentido añadió que «Mallorca tenía, además, que importar trigo porque no era autosuficiente. La mayoría del trigo venía de Sicilia y del norte de África». Este alimento era tan importante que se podía decir que durante siglos fue una cuestión de Estado y su robo estaba castigado con duras penas, incluida la muerte.

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Fotografía de grupo de los participantes, en el Forn de la Glòria.

La comitiva también se detuvo en dos pequeñas calles cuyos nombres recuerdan este sector, como la calle Forn de la Creu y Forn del Racó.

Una de las explicaciones más sorprendentes se produjo en el lugar donde antiguamente estaba el Forn de la Plaça, en la calle de la Brosseria. «Este horno fue el primero que vendió ensaimadas fuera de Mallorca, concretamente a Barcelona, y llegaban a la Ciudad Condal en hidroavión».

En el grupo se encontraba Josep Pascual, reconocido panadero y pastelero catalán, que hoy pronunciará una conferencia sobre el presente y futuro del sector en su versión artesana.

Para finalizar el recorrido, el grupo visitó dos de los hornos más tradicionales de Palma, el Forn de Santo Cristo, de 1910, y el de la Glòria, que funciona desde hace dos siglos y es el único que elabora todos sus productos en el horno de leña.