Víctor Alarcón se encarga de realizar las mezclas para obtener los aromas que mejor se adecúan a cada situación y cliente. | Jaume Morey

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El sentido del olfato es un canal directo al hipocampo, la zona del cerebro donde se procesan las emociones y los recuerdos. A través de los aromas se desencadenan reacciones químicas capaces de crear sensaciones de bienestar y equilibrio emocional. Esto es lo que más le llamó la atención y sobre lo que escribió Víctor Alarcón (Madrid, 1995) en su trabajo de fin de grado de Bioquímica en una Universidad Internacional de Florida, estudios que había iniciado en California. «Sobre todo me centré    en el sistema de comunicación olfativo entre humanos y el papel que tienen ciertas biomoléculas en nuestros comportamientos sociales». Víctor vio cómo los aromas esenciales se pueden emplear para tratar desórdenes psicoemocionales como ansiedad, depresión, insomnio, problemas de concentración... «Me encontré con esto y con que había un porcentaje importante de estudiantes que se medicaban».

En Londres comenzó un proyecto que incluía la creación de ambientes en eventos. «A lo largo de la evolución de un evento difundíamos diferentes aromas: por ejemplo, al principio la gente está un poco más tímida y difundíamos unos aromas más calmantes y luego otros cuando la gente ya estaba más animada.Y cuando teníamos la fórmula completa la vendíamos como difusores o perfumes para que las personas evocaran esos momentos vividos».

En diciembre de 2019 vieron que Mallorca era un lugar ideal para establecer un laboratorio propio por su paleta aromática. «No está tan explotada en el mundo de la perfumería y la cosmética, y también empezamos un proyecto de agricultura regenerativa. Las plantas que crecen ahí salvajes son aromáticas y medicinales y las usamos».   

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Una muestra de los aceites esenciales.

En un local de la calle Estudi General de Palma empezaron a elaborar los aceites tras el proceso de destilación que últimamente se realiza en los Jardins d’Alfàbia. «La verdad es que es un lujo poder realizar el proceso ahí», señala Víctor Alarcón.

En la actualidad elaboran cosméticos como aceites corporales y faciales, un champú sólido, perfumes, y estos aromas para difusión en espacios. Incluso ha llegado a elaborar la propia esencia para el So Fong, la goleta familiar.

Equipo

Para realizar este proyecto, Víctor cuenta con el italiano Oliver Indri, maestro destilador y encargado de las recolectas, y Agusta Ordovas, cosmetóloga chilena. Además, cuentan con equipos de apoyo en Madrid y una colaboradora en Londres, que está desde el inicio del proyecto.

Para obtener 25 mililitros de romero, la media de lo que se tiene que destilar son unos 10 kilos de esta planta, lo que da una idea de lo laborioso del proyecto.

Viti Vinci es un juego de palabras entre Víctor y Viti, que es como se le conocía de pequeño entre sus primos, y además luego descubrieron que Viti en latín significa ‘amuleto’.

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El ‘atelier’ se encuentra en la calle Estudi General, de Palma.

Parece obligado preguntarle si    ha leído El perfume, de Patrick Süskind. «Sí , claro, en castellano y en inglés, y me encantó. Y recientemente he vuelto a ver la película y no sé por qué pensaba que acababa diferente del libro, pero no, termina igual, lo cual es mucho mejor».

Uno de los aspectos más sorprendentes y positivos para Alarcón es comprobar «cómo hay mucha gente, entre los que me incluyo, con el olfato deseducado, acostumbrado a la exposición de olores sintéticos en productos de limpieza, jabones, champús, y me alegra mucho cómo la gente reconoce la calidad de lo natural, aunque al principio ese olor incluso les intimide un poco».