La fotógrafa Vanessa García Sacristán, con vestido azul, y algunas de las protagonistas del proyecto ‘Copinya Power’. | Teresa Ayuga

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Dentro del ciclo Agost Cultural, la Església Nova de Son Servera acogerá entre el 16 y el 24 de agosto la exposición Dones, de la fotógrafa mallorquina Vanessa García Sacristán. La retrospectiva consta de dos proyectos, denominados Venedores km 0 Pandemia Covid 19 y Copinya Power. Con esta muestra, la fotógrafa se marca como objetivo «empoderar a las mujeres autónomas», reivindicando la lucha feminista como un paso vital para transformar la sociedad y alcanzar la equidad de género. Paralelamente, la autora pretende denunciar la falta de oportunidades de quienes desean abrirse camino en la escena fotográfica y carecen de «los ocho apellidos mallorquines».

Dones explota su ángulo reivindicativo con una sensibilidad diferente. Las fotografías hablan vivamente de la fuerza emprendedora de la mujer, de su capacidad para rebelarse contra un destino escrito por el patriarcado, pero también de su capacidad para afrontar la adversidad desde un liderazgo que, en algunos casos, ignoraba poseer.

Cada pliegue, cada poro de las mujeres capturadas por su objetivo, hacen de paisaje para Vanessa, que ha trabajado con grandes ‘retratistas del alma’ como Koldo Chamorro. De él, así como de Alberto García Alix y Joan Fontcuberta, ha desarrollado una visión que, si bien integra rasgos de sus referentes artísticos, también delata su propia cosmovisión particular. Sin ella habría sido imposible trabajar para Alexander McQueen, así como desarrollar una trayectoria que no solo capta la instantaneidad del acto fotográfico, sino que también contempla el interior del individuo, su alma. Y es que sus fotografías bien podrían describirse como ‘arte orgánico’.

Venedores km 0 Pandemia

Este proyecto retrata a las mujeres «que trabajan en los mercadillos, se levantan a las cinco, cogen el coche y montan su puesto en cualquier punto de las Balears para vender sus productos», explica la fotógrafa, que subraya el cambio de pensamiento que impuso la pandemia: «Nos dimos cuenta de que hay que consumir lo nuestro. La idea me vino cuando muchos supermercados se quedaron sin suministro y la sociedad tomó conciencia de que era mejor abastecerse de productos locales, volver a los orígenes, volver a cultivar la tierra y cambiar productos con el vecino».

De ahí que las modelos retratadas sean mujeres que «comercian con miel, especies, hacen queso y cerámicas...».

Copinya Power

Con este proyecto, la artista mallorquina, que ha estudiado y desarrollado gran parte de su carrera fuera de la Isla, «quería hablar de la identidad forastera, que siempre he sentido allá donde he ido, pero desde el punto de vista de otras mujeres». Estas mujeres (que aparecen en la página de la derecha) sea por azar, destino o predestinación astral, llámelo como quiera, han acabado en la Isla, donde las circunstancias les han obligado a tomar las riendas de su vida con determinación y valentía.

Hoy regentan prósperos comercios con los que alimentan a sus hijos. «Copinya Power habla del esfuerzo, sufrimiento y entrega de todas ellas, a las que he querido retratar en su renacer. Son especiales, auténticas, únicas, empoderadas y maravillosas».

Vanessa reflexiona sobre el mundo del arte, centrándose en la proyección y posibilidades que brinda la Isla: «Aquí no es fácil ni formarte ni que te valoren. Siempre nos tenemos que ir fuera para darnos a conocer». En su opinión, «no tener familia mallorquina de raíz dificulta quizás el abrirse camino. Además soy mujer y madre soltera, lo cual lo hace más complicado», se lamenta.