Este velero casi centenario es el más grande de cuantos participan en la regata. | M. À. Cañellas

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Tras la suspensión de esta regata en 2020 a causa de la pandemia, los barcos clásicos regresan con fuerza a la bahía de Palma este fin de semana. La XXVI Regata Illes Balears Clàssics, una de las competiciones más importantes del calendario de embarcaciones de época del Mediterráneo, reunirá a 19 naves tradicionales, verdaderos museos flotantes. «El club no deja atrás uno de sus pilares fundamentales: el espíritu de la tradición», expresó Jose Luis Arrom, director general del Club de Mar, entidad organizadora de la regata.

La competición forma parte de la Copa de España de Vela Clásica, además de ser válida para el IX Trofeo Clásicos Mare Nostrum, junto con las regatas de barcos clásicos de Puerto Sherry, Barcelona y Maó.

En tono menor

«Planteamos esta edición en tono menor dada la crisis sanitaria y la reforma integral que está viviendo el Club de Mar en estos momentos. Se ha organizado con precaución y prudencia, aunque la competición ha tenido muy buena acogida por los barcos participantes y será más amplia de lo esperado», declaró Manuel Nadal, comodoro del Club de Mar y director de la regata.

Entre las joyas del patrimonio naval que participan en esta edición se encuentran el Marigan (1898) de Tim Liesenhoff, el Argyll (1948) del actor galés Griff Rhys Jones, el Argos (1964) de Barbara Trilling o la goleta Arosa (1931), un velero del la Armada Española.

También participarán en la regata el Gipsy (1927) y el Folía (1961), dos barcos de la Fundación Vela Clásica de España, así como dos unidades del Yacht Club Argentino, el Recluta (1944) de Germán Frers y el Joanne (1948) de Félix Noguera.

La mayoría de los veleros llegarán a los pantalanes del club mañana, preparados para las pruebas en el mar, que se celebrarán el sábado y el domingo. Las regatas serán de tipo costera y los recorridos, de entre 13 y 16 millas, se establecerán, en función del viento, en la Bahía de Palma y aguas adyacentes. Por grupos, nueve embarcaciones navegarán en la categoría de época, seis en la de Clásicos, dos en la de Espíritu de Tradición y otras dos en RI Clásico. En esta edición, exceptuando la entrega de trofeos, la regata no contará con eventos sociales y los trámites de inscripción y la comunicación entre la organización y los participantes se realizan de forma telemática.

El ‘Xarifa’ de 1927, una joya en el mar

La playa de Cala Major, con Marivent como telón de fondo, y Portals, acogieron este miércoles la presencia de un ilustre visitante en el mundo de la náutica. Se trata del velero de tres palos Xarifa, de 1927, una preciosa goleta de 50 metros que rezuma todo el encanto de la Belle Époque. Este año participa en la Regata Illes Balears Clàssics del Club de Mar.

Construida por encargo de la familia Singer, propietaria de las célebres máquinas de coser y de un rascacielos neoyorquino tristemente desaparecido, fue botado en Cowes (Gran Bretaña) por Samuel White según un diseño de J. M. Soper, con una estampa genuina de los años más románticos de los grandes yates de vela privados.

Era la última época de los imponentes aparejos de uso manual, sin componentes automáticos, y con una instrumentación tradicional en que la pericia e intuición del marino eran esenciales a la hora de hacerse a la mar. Y a lo largo de su cerca de un siglo de historia, el Xarifa ha sido modernizado por sucesivos armadores, entre ellos la prestigiosa firma Camper & Nicholson, siempre respetando su carácter original, aunque adaptándolo a las actuales normativas de seguridad y equipos de navegación.

Un regatista de élite, un magnate de la prensa y un oceanógrafo figuran entre sus afortunados propietarios a lo largo de sus casi cien años de vida marinera. Sus cubiertas de teca también acogieron a estrellas del celuloide y personajes de la realeza y la ‘jet set’, durante los años 60.

Pero no siempre se ha visto rodeado de glamour, ya que durante los años 40 navegó como pesquero. Ahora, a cargo de la firma Vibrant Shipping, es cuando iza todo su velamen, con más de 1.300 metros cuadrados de superficie, cuando adquiere toda su magnificencia, navegando en silencio con una velocidad sostenida de diez nudos.