Flyboard, lo más parecido a volar.

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Se imagina volando por encima de las olas? Pues deje de soñar porque ha llegado a la costa mallorquina el FlyBoard o FlySki. Un ingenioso aparato que permite realizar las más irreverentes piruetas mientras se eleva más de diez metros sobre el mar. El padre de la criatura es el fanático de los deportes acuáticos Franky Zapata, un visionario francés que desde 2008 posee su propia empresa dedicada a la creación y diseño de motos de agua. Su nuevo ‘juguetito’ consta de una base a modo de planeador que monta unas botas fijas. De dicho planeador salen dos potentes chorros que permiten la elevación y son direccionables a través del movimiento de las piernas.

Para dominar el FlyBoard se necesita destreza y práctica, pero una vez asimilados los movimientos y alcanzada la estabilización del cuerpo, uno podrá hacer cuantas piruetas y elevaciones desee. Con semejante curriculo no extraña que este invento haya revolucionado el sector de los deportes acuáticos.

Oussama El Khattabi (33 años), es un apasionado del FlyBoard, al que prefiere referirse como FlySki. «Comencé a practicarlo hace varios años en Canarias, llegué a participar en el campeonato de España celebrado en Mazaron, clasificándome entre los mejores pilotos del torneo». Actualmente, Oussama desarrolla su actividad profesional para AlcudiaJets en la playa de Alcúdia.

Sensación

Lo primero que uno se pregunta al ver al FlyBoard o FlySki en acción es: ¿qué se siente ahí arriba? «La palabra que mejor lo define es ‘libertad’, es lo más parecido a volar. Poder regular la altura, controlar los giros y moverte por el aire es lo que lo hace tan exclusivo y especial», describe Oussama. Todo en este aparato recuerda a los movimientos de un superhéroe, sin embargo sabemos que la potencia sin control no sirve de nada. «Toda la adrenalina y diversión van compaginadas con la concentración y el control», añade. ¿Esta práctica resulta peligrosa o, cuanto menos, poco recomendable para gente con miedo a las alturas? «Es un deporte muy seguro si te estás iniciando, en un nivel básico o intermedio.

Siempre vas acompañado de un instructor que te guía y está pendiente de todos los aspectos de seguridad», subraya. No obstante, nos recuerda que «se trata de un deporte extremo y, a un nivel profesional y de competición, los trucos son más arriesgados y siempre hay que seguir unas pautas de seguridad para que todo vaya bien».

Asegura Oussama que la práctica de este deporte es de lo más adictiva. «Engancha mucho por las sensaciones tan únicas y diferentes que transmite». Coincide en este punto con Javier García, monitor de FlyBoard de la empresa Mallorca Water Sport Center, con base en el Port de Calanova. Este madrileño de 26 años tiene claro que «quien lo prueba, repite». Lo argumenta más detenidamente: «Piensa que la actividad dura quince minutos y tu cerebro tarda la mitad en asumir lo que estás haciendo, de modo que los siete u ocho minutos restantes es cuando lo disfrutas de verdad, pero pasan enseguida dejándote con ganas de más».

Javier destaca del FlyBoard su capacidad para «generar adrenalina». No es para menos, teniendo en cuenta que la propulsión del agua «puede llegar a generar de 130 a 230 caballos, dependiendo del servicio». Como su colega, Javier destaca que la sensación de «estar volando sobre el agua» debe estar «permanentemente controlada» por el monitor, para que la cosa no se desmadre.

«Catalogas a la gente, la estudias, y según ves su posición sobre el FlyBoard, su maña, le vas añadiendo altura y velocidad», matiza el madrileño, que asegura que esta actividad resulta muy terapéutica, ya que «te quita muchos miedos. Hay gente con miedo a las alturas que se olvida de su fobia. El FlyBoard tiene eso, que rompe barreras».

Explica Javier que el contexto pandémico hace menos rentable la experiencia del FlyBoard. «Antes podíamos salir con varios clientes de una tacada, ahora es más complicado, pero esperamos que el próximo verano la situación haya mejorado y podamos retomar la normalidad».

Diseño, cualidades y evolución

Desde 2011, año de su invención, el FlyBoard apenas ha evolucionado su diseño, consistente en una tabla rígida que se sitúa bajo los pies y que cuenta con dos potentes chorros hacia abajo que permiten al que los lleva volar sobre el agua, sumergirse en ella y hacer todo tipo de piruetas, según las habilidades y experiencia del piloto. El promedio de tarifas por una sesión de unos quince minutos de duración ronda los 60 euros. A destacar que la Isla cuenta con uno de los rangos de precio más asequibles, en contraste con los 90 euros de coste medio en Barcelona, y los 80 euros en Valencia.