Juan Antonio García en el Brass Club del Passeig Mallorca. | Pilar Pellicer

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Después de dos años como vicepresidente de la Asociación de Bartenders de Baleares, Juan Antonio García (Palma, 1982) ha cogido el relevo del histórico Antonio Barea con la intención de buscar un mayor reconocimiento a esta profesión.

¿Cómo entró en este mundo?

–Quería estudiar periodismo pero me debía ir fuera de Mallorca y mi padre no estaba muy bien de salud. Tras un año sabático, un amigo me animó a que entrara en la Escola d’Hoteleria. Yo no le veía el porqué y él me dijo que cuando hacíamos botellón a mí me gustaba preparar las copas a los amigos y sabía lo que bebía cada uno y cómo le gustaban las copas, así que me animé. Es una incongruencia que entrara en este mundo por el botellón, pero ésa es la realidad.

¿Cuáles son sus objetivos como presidente de la asociación?

–Por una parte habrá una labor continuista tras los excelentes resultados en los años en los que Antonio Barea ha sido nuestro presidente. Por otra parte, queremos realizar diversas campañas para que desde diversos estamentos privados encuentren positivo y atractivo hacerse socio y, por último, lucharemos por un mayor reconocimiento a esta profesión que, por ejemplo, está fuera del convenio de hostelería.

¿En qué se diferencia un barman de un camarero?

–Un barman es un camarero que se ha especializado en bebidas y en la combinación de dos o más de ellas.

¿Por qué tiene tanto nivel la coctelería de Baleares?

–Primero porque somos una potencia turística y esto hace que nos tengamos que esmerar ante un cliente que conoce bien este mundo. A ello se une que, aunque no lo parezca, las Islas tienen una gran tradición en el mundo de la coctelería. De hecho, en el primer campeonato del mundo, que se celebró en España, el ganador fue Enrique Bastante, que trabajaba en la Isla y su cóctel ganador tenía el nombre de Mallorca.

¿Ha tenido alguna vez su propio bar?

–No, lo pensé durante una temporada pero lo pensé mejor y monté una academia para enseñar a profesionales. Hace seis meses lo dejé y en la actualidad, además de realizar labores de asesoramiento profesional soy delegado comercial de APS, una empresa dedicada al menaje de elementos de hostelería.

Usted también ha sido jurado en eventos autonómicos e internacionales.

–Sí, en los nacionales como miembro del jurado y aquí como presidente del jurado y encargado de elegir al resto de los integrantes del ‘tribunal’. Es un labor un tanto complicada porque si se elige un jurado no profesional se decantarán sobre todo por el gusto del cóctel y elegirán sobre ello, pero si es demasiado profesional quizás se fijen demasiado en la técnica y olviden otros aspectos, precisamente como el sabor o que pueda no ser una elaboración que tenga una salida en el día a día.

¿Se pueden hacer cócteles con vino más allá que la sangría?

–Y tanto. Sobre todo con ‘oportos’ o de Jerez. Es curioso pero los japoneses nos llevan muchos años de ventaja en el uso y la combinación de estos vinos con otros.

¿Se fue la mano con el gin tonic?

–Sí, como pasa con todas las modas, llegó un punto en el que no tenía ningún sentido algunas de las propuestas que se estaban haciendo. Creo que ya se llegó a este cénit y ahora se vuelve un poco a la normalidad.

¿Más de 8 o 10 euros por un combinado o un cóctel es un robo?

–En absoluto. Si se piensa en una discoteca, esos, por ejemplo, 10 euros, no son por la copa que te estás tomando, sino por el espectáculo, los camareros, luces, seguridad, permisos, limpieza... Y luego, en lugares más pequeños, suele haber licores de gran calidad o, por ejemplo en una coctelería de Puerto Portals, donde cada vaso tiene un precio de 50 euros.

¿Qué cóctel cree que le va a Armengol?

–Palo con caña, por la caña que ha metido al sector.

¿Y a Prohens?

–Un Cosmopolitan. A ver si es capaz de devolver el carácter cosmopolita que tenía antes Baleares.