Mascarillas. | Daniel Espinosa

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Los niveles de compuestos plastificantes liberados por las mascarillas que se utilizan para evitar el contagio por SARS-CoV-2 están por debajo de los valores de riesgo para la salud humana, según un estudio del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA) publicado en la revista Environment International.

Los investigadores del IAEA analizaron la presencia de compuestos plastificantes en las mascarillas utilizadas para reducir la propagación del coronavirus.
En concreto, analizaron los niveles de 16 compuestos químicos plastificantes organofosforados en mascarillas quirúrgicas, de tela reutilizables, FFP2 desarrolladas por el CSIC, KN95 y FFP3.

«Los resultados indican que las mascarillas de tela reutilizables no desprenden ninguno de estos plastificantes, y las mascarillas quirúrgicas, las FFP2 y FFP3 muestran también unos valores extremadamente bajos de plastificantes desprendidos», indica la investigadora y autora del estudio Ethel Eljarrat.

Además, los investigadores también realizaron ensayos de inhalación con maniquís para evaluar la proporción de dichos compuestos que se desprendían de la mascarilla y que, por tanto, podían ser respirados.

A la vista de estos resultados, Eljarrat concluye que «lo más aconsejable es utilizar mascarillas de tela en zonas exteriores y FFP2 en espacios interiores», propone Eljarrat.

En cuanto al impacto ambiental por la generación de residuos y la liberación de compuestos plastificantes al medioambiente a nivel mundial, el estudio calculó que se generan entre 0,2 y 6,3 millones de toneladas de residuos anuales, y que se liberan entre 20 y 18.000 kilos de plastificantes organofosforados al medioambiente.

Por tanto, también desde el punto de vista medioambiental, la mejor opción es el uso de mascarillas reutilizables, que son las que generan menor cantidad de residuos.

«Una mala gestión de los residuos de mascarillas puede provocar que los compuestos plastificantes terminen contaminando los ecosistemas acuáticos y terrestres, lo que supone un grave problema medioambiental», advierte la doctora Eljarrat.