María Fuentes, voluntaria de la asociación ‘Animales con un nuevo rumbo’, junto a tres perros que han tenido su segunda oportunidad. FOTO:PERE BOTA | Pere Bota

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Alguien dijo que el mundo se divide entre quienes aman a los animales y el resto. Puede sonar reduccionista, pero algo de eso hay. María Fuentes forma parte de ese núcleo vivo de personas que no concibe la vida sin un animal. De hecho, aunque no lo reconozca, apuesten a que uno de sus días más felices fue cuando su mascota la adoptó. Porque son ellos quienes nos adoptan. Si comparte su vida con un perro lo entenderá. Esta risueña madrileña establecida en Palma, sabe que los perros llevan en su código genético el sentido del equilibrio, son los guardianes de la vida que los rodea y los sustenta, y jamás, por nada del mundo, te fallarán. Y ese es un contrato de por vida.

Aunque se desempeña como gestora de proyectos, es su faceta como voluntaria en la asociación ‘Animales con un nuevo rumbo’ lo que realmente le llena. Su cometido es el de rescatar a animales en dificultades y gestionar su adopción, además de acogerlos hasta que se les encuentra un nuevo hogar. Más allá del tiempo que le exige esta actividad, reconoce que el voluntariado conlleva unos peajes emocionales que paga con gusto, porque «aunque te parte el corazón ver perritos abandonados, cuando les encuentro una nueva familia es muy gratificante».

Motivos

Bienestar, afecto, compañía. Existen muchos motivos para adoptar a un animal. María aconseja que si queremos ampliar la familia reflexionemos antes de realizar una adopción impulsiva. Se trata de una decisión que implica «responsabilizarse del bienestar de un ser vivo durante toda su vida». De este modo nos conciencia sobre el problema del abandono, «un animal no es un regalo, son muy sensibles, y si a la primera trastada es devuelto se le hace mucho daño».

Por este motivo pone énfasis en el proceso previo de adopción. «Antes de entregarlos los acojo en casa, y si no puedo lo hace una familia de colaboradores o el Refugio de Esporles». A continuación, entra en acción un minucioso protocolo sanitario que consiste «en desparasitar, vacunar, chipar y hacer analíticas al animal». Como paso previo a la entrega «hago un cuestionario a la familia y evalúo si es buena para el animal». Una vez que encaja el puzzle, «hacemos un seguimiento al perro». Pregunto a María cuál es la ventaja de adoptar. Una sonrisa ilumina su rostro mientras desliza: «Llegar a casa y encontrales es algo increíble».