Imagen del entorno del Cap Blanc en un día soleado. | Ángel González

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La tierra llana se acaba en un cortante de decenas de metros en algunos puntos, rozando los cien en otros. Termina de forma abrupta el dominio de los hombres donde empieza el mar, cada día agitado por las corrientes del sur que bañan el archipiélago de Cabrera. El Cap Blanc, principio y final de Mallorca, es sin duda uno de los parajes más sorprendentes e inquietantes de la Isla. Azotado de continuo por los rigurosos vientos, esta costa especial enclavada en plena Marina de Llucmajor mantiene intacto su espíritu salvaje y un magnetismo que cualquiera que lo visite catalogará de especial. Es también un lugar marcado. Muchos han sido los que, a lo largo de los tiempos, lo han escogido para poner punto y final a su propia historia. ¿Qué tiene este enclave que lo distingue del resto? ¿Qué características, en la tierra y en el ambiente, lo convierten en singular y especial? Hoy viajamos al Cap Blanc, nuestro particular punto de no retorno.

Para empezar, unos cuantos datos introductorios sobre esta ubicación mallorquina singular como pocas. Es Cap Blanc es el nombre de una possessió del término municipal de Llucmajor, en el Migjorn de Mallorca, que se enclava entre otras possessions, y discurre pegada a la costa. Está documentada, tal y como la conocemos, desde el año 1385 aunque en sus inmediaciones se han hallado evidencias arqueológicas de presencia romana e islámica. No grandes vestigios, tan solo restos cerámicos que dejan claro que aquellas civilizaciones conocieron el lugar y algunos lo habitaron. No se han encontrado tampoco pruebas fehacientes de que los pobladores de la edad antigua lo habitaran; sin embargo a apenas cinco kilómetros en línea recta hacia el interior encontramos Capocorb vell, uno de los poblados talayóticos mejor conservados y más emblemáticos de toda Mallorca. Resulta fácil imaginar a los foners baleáricos, cuya figura recordamos en un artículo anterior, pastorear sus rebaños por la garriga hasta dar con esas paredes costeras verticales de vértigo, u organizar partidas de caza y recolectoras entre los bosques del lugar.

ESPECIAL FAROS DE MALLORCA - MALLORCA - FARO DE CAP BLANC.
Perspectiva de los acantilados que rodean el Cap Blanc desde la parte más cercana a Palma. Foto: P. Berga.

El Cap Blanc es también el cabo que cierra la bahía de Palma en su extremo más oriental. Por decirlo de alguna forma es la antítesis del cap de Cala Figuera, y en su territorio acoge un faro y una torre de defensa. Fars de Balears lo presenta como un proyecto redactado por Emili Pou e inaugurado el 31 de agosto de 1863. Como otros tantos faros primigenios de la Isla se alimentó en sus inicios con aceite de oliva, y se electrificó cien años después, coincidiendo con el montaje de un óptica catadióptrica de 4º orden.

Esta óptica es singular y de récord, puesto que es la más antigua actualmente en activo en un faro de las Islas. En un principio contaba, como muchos otros faros, con un servicio de lancha para el abastecimiento de sus habitantes, y se llegó a utilizar un camino que discurría por el acantilado para subir el combustible hasta el faro, una senda como esta que se nos presentó en su día en referencia al Cap de Formentor (Pollença). Ahora ya no lo habita nadie. De hecho nadie vive en los faros de Mallorca, salvo la honrosa excepción del faro de Punta Avançada, también en Pollença, pero en su tiempo muchos fareros acompañaron e incluso instruyeron a los chiquillos de las cercanas explotaciones agrarias en los fundamentos de la letra o de los saberes de la mar, dada la lejanía de las escuelas de Campos o Llucmajor.

faro del Cap Blanc.
Imagen del faro, gestionado por la Autoridad Portuaria de Baleares. Foto: J.Socies.
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Como vemos, el Cap Blanc es bastante más de lo que la mayoría de mallorquines retienen en su subconsciente, mucho más de aquello que les viene a la mente cuando se les pregunta por este punto concreto de la costa de Mallorca. No puede pasar desapercibido pues, en efecto, se trata de uno de sus atributos más populares. Es una realidad que muchas personas han decidido quitarse la vida en este lugar, saltando hacia una muerte segura en una caída impresionante. Una caída de consecuencias irreversibles. No hay vuelta atrás. No obstante no es un lugar exclusivo. Por ejemplo, hace no demasiado tiempo conocimos el luctuoso suceso de un hombre que saltó desde lo alto del Mirador des Colomer, en la península de Formentor. No es un lugar único pero cuantitativamente es cierto que los precipicios llucmajorers se llevan la palma.

Hay quien lo considera, todavía en nuestros días de era digital y sobreinformación, un tema tabú. Hay quien opina que el Cap Blanc es algo así como el bosque de Aokigahara para los japoneses, revistiendo la acción de segar la existencia por propia decisión en un paraje caracterizado por una suerte de atmósfera ritual. Los más sensibles -algunos los calificaran de más crédulos- defenderán que la energía magnética en su tierra y en su aire contiene algo que atrae a aquellos a los que les ronda la idea de suicidarse. Se lo atribuirán a las fuerzas telúricas que subyacen bajo tierra, o a quien sea. Ya se sabe, hay quien es más fanático de los temas misteriosos y otros más ortodoxos prefieren no alejarse de la certidumbre que les proporcionan los datos objetivos y empíricos.

PALMA - UNA GRUA RETIRA UN COCHE QUE FUE LANZADO POR UN ACANTILADO EN ES CAP BLANC.
Una grúa remolca un coche arrojado ladera abajo desde lo alto del precipicio. Foto: J.Bastida.

En este punto cabe incidir en una premisa: no vamos a banalizar algo de tanta gravedad como el suicidio ni algo tan personal, multifactorial y fluctuante como la salud mental y la decisión final de querer dejar de vivir. Cada persona es un mundo se acostumbra a decir, y lo cierto es que, en muchos casos, las circunstancias de unos explican sus propios desenlaces. El suicidio es una problemática de Salud Pública, al alza en plena pandemia, con el desarraigo o la incertidumbre acechando, y en muchos casos subyace la depresión u otro tipo de problemas de salud mental. Tanto este hecho como la modalidad para poner fin a la propia existencia son realidades complejas que deben ser abordadas por los profesionales de este campo.

Por este motivo no nos aventuraremos a lanzar una respuesta que no tenemos. Tan solo avanzaremos lo que opinan algunas personas, especializadas por su carrera académica y profesional en este tipo de situaciones límite, que han sido consultadas especialmente para la ocasión. Es Cap Blanc son muchas cosas, y una de ellas es la soledad intrínseca. Se trata de un remanso de paz en un rincón de una Isla de actividad bulliciosa y frenética como lo es Mallorca. Además hay que dirigirse hacia allí expresamente, digamos que no es un lugar de paso, con lo que quien decide ir para cumplir esa última voluntad lo hace, normalmente, de forma meditada y consciente -no decimos con esto que su salud mental no se encuentre en cierto grado afectada o enajenada en el momento de tomar esa decisión-. En casi la totalidad de los casos son hombres, algo que se asocia a la modalidad suicida escogida. Una modalidad que ya dijimos al principio de estas líneas que es irreversible. No hay vuelta atrás. Curiosamente, según los cómputos de los expertos en la materia, más mujeres que hombres realizan tentativas de suicido. Sin embargo, el índice de 'éxito' es entre los varones mucho mayor que en las féminas.

Con todo, asumimos que los que acuden al Cap Blanc en su última hora lo hacen de forma meditada. Tan meditada como aquel fotógrafo que captura en sus inmediaciones la mejor toma posible del atardecer. Tan consciente como los enamorados que, cuando el toque de queda lo permita, se reunirán de noche en el enclave para admirar el cielo estrellado sobre sus cabezas.