Maria Martín. | M. À. Cañellas

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El de Maria Martín es un caso poco habitual. Con apenas treinta años acumula una década de experiencia en la promoción de espectáculos y el management de artistas al frente de Redbellion, una promotora que, como tantos otros negocios, se encalló en los arrecifes de la pandemia. Hoy, reinvención mediante, está al frente de una joven agencia de márketing y comunicación, La Indiscreta. Hace un año que la puso en marcha junto a su amiga de instituto Virginia Moll, desde entonces no han dejado de crecer. Su campo de actividad es de lo más angular: «Llevamos marcas de ropa, de gafas, un centro de día y conciertos. Estamos abiertos a cualquier proyecto o marca», desliza con una sonrisa y una fuerza arrolladoras.

El sector emprendedor necesita urgentemente sumar mujeres a sus filas, y a Maria le sobran agallas. Sabe que esta crisis de dimensiones desconocidas es el marco ideal para desarrollarse y crecer. «Lo importante es no quedarse paralizada», subraya. Y aunque ser emprendedora no es sencillo, requiere de un doble esfuerzo, hacer algo que la apasiona «no tiene precio». Como mujer, añade a su negocio la pasión femenina, el espíritu de lucha, la capacidad multitarea y el desafío de continuar derribando mitos culturales.

Cifra en aumento

Aunque la cifra va en aumento, aún son pocas las mujeres que se embarcan en la puesta en marcha de un negocio. Según un estudio de Womenalia, una red de networking que fomenta el factor emprendedor femenino, tan sólo dos de cada diez mujeres en el mundo son emprendedoras. Y la cifra desciende escandalosamente hasta un 3% cuando se trata del sector tecnológico. A juzgar por las estadísticas, ser emprendedor no resulta fácil, pero Maria mira al futuro con optimismo: «En unos años La Indiscreta estará bien posicionada y nos dedicaremos a hacer la comunicación que nos gusta, que es hablar, hacer radio y tele». Y es que, en la actualidad, comparte con su socia «un poadscast súper gamberro que está en todas las plataformas», y ocupa el número 109 dentro de la categoría de humor y sociedad. «Hablamos de cualquier cosa, somos nosotras mismas en una conversación de amigas, con mucho humor y un trasfondo feminista y de marketing».

«Mi cambio de dirección profesional coincide con un cambio de ciclo personal. La necesidad no sólo era económica y del contexto, sino también personal y emocional», explica Maria. Citando a Brick, célebre personaje nacido de la pluma de Tennessee Williams, el momento en el que el cerebro de nuestra protagonista hizo ‘click’ fue «antes de la COVID, ya entonces se veía que el sector de la promoción de conciertos estaba tocado y hundido. Era muy complicado hacer cosas. Y luego con el confinamiento vivimos la estocada final. No solo no había ingresos sino que había un saco lleno de agujeros y necesitaba salir corriendo». Afortunadamente, como su ocupación en la productora Redbellion perfilaba, básicamente, la comunicación, no le resultó difícil adivinar su próximo paso: crear una agencia de marketing y comunicación en la que «aplico todos mis conocimientos anteriores».

Futuro

A día de hoy, confiesa estar «encantada y feliz porque este tipo de proyectos, en plena era digital, son necesarios para que las empresas tengan visibilidad y puedan vender sus productos».

No es Maria de las que vuelven la vista atrás con reproches, «mi experiencia anterior ha sido muy enriquecedora, he aprendido mucho, pero también ha sido muy duro. Es un mundo tremendamente masculino, todo funciona desde la energía masculina, y además el contexto de Mallorca es muy endogámico». Tras un duro aprendizaje, disfruta del momento, «me he reencontrado conmigo misma, estoy más cómoda y me siento más realizada porque fluyo», concluye.