Alma López, en su casa de Santa Catalina, donde tiene su estudio y ‘showroom’.

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Alma hace honor a su nombre en cada frase que pronuncia, en cada gesto que articula su cuerpo y el rostro o en la mirada que pone en los objetos y joyas que crea. Es diseñadora de alta bisutería, madre de familia, esposa, hija que trabaja en la empresa familiar y empresaria. Es ambiciosa, educada, conservadora para algunas cosas y extremadamente moderna para otras. Su ‘abanico joya’ se ha convertido en una pieza icónica gracias a la inestimable ayuda de la reina doña Sofía, que se los cuelga del cuello en cuanto comienza a hacer calor. La Morenita es la marca que aúna todas las colecciones de la mallorquina Alma López.

¿Le sirve esta definición que hago de usted?
– Me gusta sobre todo la última parte. Es cierto, soy moderna para algunas cosas y muy conservadora para otras. Soy muy esteta, no puedo evitar sentirme atraída por la belleza. Soy coleccionista, mentalmente al menos, de cosas bellas de cualquier ámbito y mi faceta creativa me hace trasladar esa belleza a las joyas que hago. Soy reservada, pero gano en las distancias cortas. Y soy sincera.

¿Cómo traslada la belleza en toda su extensión a una joya?
– Traslado, por ejemplo, la naturaleza a las joyas. Podría decirse que urbanizo la naturaleza, convierto los insectos, las flores, en piezas doradas. Me gusta el oro. Nunca me gustó la plata, ni de jovencita. Pero seguro que de repente encontraré algo fascinante en ella. De jovencita no me gustaba ponerme joyas, y expresaba mi creatividad de formas diferentes.

¿De qué manera se expresaba?
– Me gustaba escribir, me gustaba la fotografía y de repente y por casualidad empecé a crear pequeñas piezas. No controlo mi cabeza, va por su cuenta. No pienso para diseñar, no dibujo. Veo algo que me lleva a juntar piezas para acabar creando algo bello. Quizás por eso es difícil definirme, porque un día me levanto de una manera y al día siguiente de otra totalmente distinta, con lo cual puedo crear piezas para todos los gustos. Aunque creo que todas mis joyas están unidas por un hilo conductor, tienen una misma esencia.

¿Cuál es ese hilo conductor?
– No lo sé, pero la gente lo reconoce. Mis diseños son delicados, femeninos, sensibles, pero estilos tengo muchos diferentes, procuro siempre diseñar algo que tenga un valor añadido y por eso al principio tuve la gran suerte de llegar al ‘abanico joya’. Fui la primera en crearlo aunque parezca increíble porque en este mundo es difícil hacer algo nuevo, crear algo que no existe. Me fui a la parte conceptual juntando dos conceptos, el abanico que siempre me ha encantado y que mi abuela llevaba en el bolso, y un collar. Un día vi el mío en mi mesa de trabajo rodeado de piedras y cadenas, y de repente vi que ahí estaba la pieza que quería hacer.

¿Cómo fue el proceso?
– Muy largo, muy interesante desarrollarlo hasta que quedó perfecto. Los artesanos abaniqueros prácticamente han desaparecido y el mío lleva el sello de producto artesanal español, lo que le da un valor añadido. Fue un proceso de prueba y error que se alargó en el tiempo hasta que di con el modelo que me servía. Era importante dar con el tamaño correcto, con el tono correcto, incluso me hacen un nacarado especial para el acabado y la Baraja de Madera pulida que hice con piel para que fuese unisex y un poco más sport.

¿Cómo llegó el ‘abanico joya’ a la reina doña Sofía?
– Tenía un punto de venta en Barcelona y un día la infanta doña Cristina fue a comprar y los vio y los compró diciendo que le iban a encantar a su madre. Y desde entonces cada verano la reina Sofía aparecía en los actos oficiales con el abanico colgado. Para mi fue un regalo enorme porque me dio una proyección en la prensa difícil de conseguir. He de decir que esta pieza única, diferente, desde el principio ha funcionado muy bien en los mercados internacionales y en las tiendas que he elegido, diciendo no a muchas, porque siempre he tenido muy claro dónde quería vender. Me contactó una estudiante que estaba haciendo su tesis doctoral sobre el abanico y me dijo que me incluía porque pensaba que yo había dado el último paso en su evolución hasta hoy. Me emocionó.

¿Es usted ambiciosa?
– Soy ambiciosa pero ‘en silencio’. Además no soy una persona competitiva, al contrario, me molesta. Sin embargo soy muy perfeccionista y me gusta controlarlo todo, quizá en exceso. Mi aventura en este mundo empezó como un hobby. Actualmente la marca está presente en varios países, incluida China, los países árabes, Rusia, Colombia...

¿Utiliza el Made in Mallorca?
– No como reclamo aunque produzco casi todo en Mallorca y algo en Madrid. El abanico sobre todo se asocia con el Made in Spain. Todo lo que va a llevar mi nombre lo tengo que supervisar. Cuando miro a los ojos a una pieza sé que está bien para salir al mercado o si ha sido un error.

¿La mira a los ojos?
– Sí, miro la joya a los ojos y le digo ‘eres bella’. Mis estándares de calidad son muy altos pero no es lo único que cuenta. Si encuentro una mariposa de plástico maravillosa, la mezclaré con piezas bañadas en oro de 18k, piezas de hueso, y será una composición bonita. Es importante que haya armonía y que no sea vulgar, huyo de la vulgaridad.

¿Qué estudió?
– Me licencié en Derecho con un postgrado en Derecho penal. Pero estudié sin vocación. Quería una carrera que me diera una formación, una cultura y una base que me ofreciera amplias salidas. Durante esa época trabajé como modelo profesional, y la experiencia fue buenísima, aunque la parte conservadora que usted dice que tengo, y yo confirmo, hizo que no me dejara llevar, y no quise dedicarle a la profesión de modelo todo mi tiempo, pero viajé mucho y me dio muchas satisfacciones.

¿Qué tipo de satisfacciones?
– Aprendí a ser independiente. Siempre lo tomé como un trabajo que me encantaba y que aproveché al máximo. Fui chica Martini en 2008. Por entonces empezaba a introducirme en el mundo del diseño de alta bisutería, que ya no dejaría.