La científica japonesa Sayaka Mitoh descubrió este fenómeno en la llamada Elysia marginata.

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Está claro que esta babosa de mar no tendría ningún problema si la Reina de Corazones de Alicia en el país de las maravillas le dijera eso de "que le corten la cabeza". Y es que este molusco tiene la habilidad de separar su cabeza de su cuerpo él mismo.

La científica japonesa Sayaka Mitoh, candidata al doctorado de la Universidad Femenina de Nara, descubrió este fenómeno en la llamada Elysia marginata, la babosa marina que estaba criando en su laboratorio junto a otras. Un día, se la encontró decapitada y se asustó, pero de repente vio que la cabeza continuaba moviéndose en el tanque y comiendo algas como su no hubiera pasado nada.

«Esperaba que, sin corazón ni otros órganos importantes, muriera rápidamente», aseguró la científica en su estudio realizado junto al ecólogo Yoichi Yusa. Pero no solo no sucedió, sino que además regeneró todo un cuerpo nuevo en tres semanas.

Esta habilidad, llamada autotomía o autoamputación, la poseen algunos animales como mecanismo de defensa, pero suele afectar a extremidades como las patas o la cola. En definitiva, a partes del cuerpo que no tienen órganos vitales.

Pero este novedoso hallazgo documenta una autoamputación diferente en la Elysia marginata, que es capaz de desprenderse de su cuerpo y algunos de sus órganos vitales y hacer que vuelva a crecer uno nuevo.

«Este es el primer ejemplo de una autotomía tan extrema hasta donde sabemos», añadieron los investigadores. «Otros animales, como las planarias, las estrellas de mar y los poliquetos tienen mayores capacidades de regeneración, pero la mayoría de ellos no tienen corazón (en los poliquetos, los vasos sanguíneos con bombas musculares se llaman a veces corazón)».

Aun así, los científicos confirmaron esta autoamputación extrema en nueve especies de babosa marina diferentes, pero sus investigaciones revelaron que esto solo lo podían hacer los ejemplares más jóvenes: «Creemos que esta autotomía requiere un gran coste (perder el 80% del peso total) y los mayores simplemente no pueden soportar la carga».

Las babosas que habían nacido entre 480 y 520 días antes de que se les cortara la cabeza no pudieron sobrevivir a la decapitación, no pudieron alimentarse y murieron en 10 días. Y, aunque a sus cuerpos no les creció otra cabeza, sí descubrieron que respondían a los estímulos y se apreciaba el latido del corazón antes de que murieran.

Sayaka Mitoh y Yoichi Yusa revelaron en su estudio que, aunque no lo han podido confirmar, la explicación de que puedan vivir sin órganos vitales durante un tiempo y los regeneren podría ser que sobreviven gracias a las algas que comen y les permiten hacer la fotosíntesis.

Y, como otros tipos de autotomía, vieron que solo las babosas de mar infectadas por algún parásito optaron por cortarse la cabeza, mientras que el resto no realizó este proceso en ningún momento.