Miguel Àngel Martínez, ‘salser’. Miguel Ángel Martínez elabora en Sóller una salsa picante que ya vende en la Península y en el extranjero. Trabaja en Sóller desde hace cuatro años en este producto.

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La última ponencia técnica de artesanía del año sirvió para acreditar a quince nuevos artesanos en Mallorca. Esta vez, y como novedad, se evaluó a los profesionales a través de los vídeos que enviaron a la Direcció Insular d’Artesania, donde mostraron y explicaron cómo elaboran sus productos.

Del total, seis son nuevos profesionales de oficios relacionados con la gastronomía (salser, mermeladera, fornera, vinaters y alambiner). Respecto a la joyería, se han otorgado dos cartas, además de una de bijutera y otra de argenter. Los otros oficios son gravadora, llatera o llatrera, pintor, ceramista y torner de la fusta. En Mallorca hay más de 2.000 profesionales de la artesanía acreditados con una carta del Consell Insular.

Especialidades

Entre los que la estrenan se encuentra Miguel Ángel Martínez, salser y dueño de Salsa picante Martínez. «Trabajo en Sóller. Vendo salsas picantes que elaboro desde hace cuatro años. Es una afición que tenía con anterioridad. Empecé a hacerlo por mí y he acabado vendiendo en la Península y en el extranjero. Las guindillas se plantan aquí. Una vez desinfectadas, se trituran y van a una mezcla con vinagre, sal y especias. No lleva ningún producto químico», señala.

Joaquín Fernández, argenter y dueño de la marca Xim, valora la carta de artesano como un motivo más reivindicativo que artesanal. «Yo soy orfebre. Esta carta representa unirme a la artesanía mallorquina, a la tradición. Es difícil luchar con los trabajos artesanos de otros países por los elevados costes de producción. Hay que hacer valer nuestro trabajo, artesano y creativo. Los artesanos estamos en extinción. Llegué a este trabajo por casualidad a través de un amigo que tenía un taller. Llevo 15 años en el oficio. Quiero reivindicar también la figura del aprendiz, que los jóvenes aprendamos aquí», afirma.

Joaquín Fernández, orfebre y reivindicativo. Para Joaquín Fernández, la carta de artesano supone «un motivo más reivindicativo que otra cosa. Representa unirme a la artesanía mallorquina, a todo lo que representa nuestra tradición. Hay que hacer valer nuestro trabajo artesano y creativo».

Para solicitar una carta de artesano se debe haber ejercido el oficio del que se solicita la carta durante un período mínimo de un año, acreditar méritos (como titulaciones académicas o profesionales, cursos de formación o cualquier otro relacionado con la práctica del oficio), residir y elaborar la producción en la Isla donde se solicita la carta y disponer de un taller con las condiciones necesarias para el oficio.

Raquel Sánchez Cámara trabaja la llatra. Es madrileña y lleva 20 años residiendo en la Isla. «Hace dos años que la pedí. Este trabajo es un continuo aprender. Tengo el taller en sa Cabaneta. Para mí esta carta es un reconocimiento a todo mi esfuerzo, es la culminación de mi trabajo. Soy diseñadora de moda y los bolsos siempre me han llamado más la atención que la ropa. Comencé a hacer artesanía muy rústica y a través de una amiga comencé con la llatra. Supe que era eso lo que quería hacer y, desde entonces, no he parado de aprender. Hago bolsos, lámparas... también lo que la gente me pide», señala.

Raquel Sánchez, ‘llatrera’. Raquel tiene su taller en sa Cabaneta y reconoce que trabajar la ‘llatra’ es su pasión. Tener esta carta supone «un reconocimiento a todo mi esfuerzo, es la culminación de mi trabajo».

Jerónima Seguí, melmeladera, también solicitó hace dos años la carta. «Desde 2014 elaboro mermelada. Tengo un huerto con unos cien cítricos. Para mí, recibirla ha sido algo muy bueno porque somos artesanos, no tenemos maquinaria, solo una grúa que levanta la olla (adaptada a un grifo) para llenar los botes. El nombre comercial de la empresa es Margarita Caimari y elaboro mermelada de naranja y chocolate, higos, tomate dulce, tomate picante....., en Caimari. La fruta con la que se elaboran las mermeladas se recoge, en nuestros campos. Nuestra actividad se basa en la elaboración de un producto de calidad a partir de la fruta seleccionada especialmente de los campos de Mallorca y siguiendo recetas tradicionales. Con ello, se trata de potenciar al payés local, tan olvidado».

Jerónima Seguí, ‘melmeladera’. Con la marca comercial Margalida Caimari, elabora más de una decena de mermeladas de forma totalmente artesanal. La fruta siempre es de Mallorca.

Profesionalidad

Estos certificados aseguran y demuestran la profesionalidad de los artesanos. Además, les permite, entre otras cosas, optar a las convocatorias de ayudas y proyectos del Consell de Mallorca. En la lista también se encuentra Sebastià Pastor, vinater, de las bodegas de Santa María con el mismo nombre. «Soy la cuarta generación de una familia de bodegueros. Desde hace más de 80 años estamos aquí. Esta carta supone un reconocimiento a este oficio. También te permite optar a unas ayudas para este sector. Te anima a continuar y, además, toda ayuda siempre es buena. La verdad es que la solicitud de esta carta vino un poco sin querer. Desde la Associació de Vinaters de Santa Maria pensamos que si conseguíamos la carta, seríamos el municipio con más artesanos del vino», afirma Sebastià. Estudió Química y Enología, y en el año 2010 comenzó en serio en la bodega. Ahora, la situación es un poco complicada, pero «creo que la competencia es siempre buena. El problema es que tiene que salir el producto y no siempre es fácil», añade.

Sebastià Pastor, ‘vinater’. Estudió Química y Enología. Es la cuarta generación de una familia de bodegueros (Celler Sebastià Pastor, en Santa Maria) y «estamos aquí desde hace más de 80 años».

Estelle Euvremen, gravadora, es francesa. Llegó a Mallorca hace once años y aquí se quedó. «Es un trabajo que hago desde hace unos dos años. Es una técnica que conocía de la Escuela de Artes Aplicadas donde estudié, en Francia. He vivido también cinco años en Barcelona y he trabajado como ilustradora en la Isla. Por ejemplo, hice unos estampados para Camper, pero con otras técnicas. Para mí, tener la carta de artesano representa un reconocimiento oficial. Nada como empezar un nuevo camino, pero a partir de ahora de forma oficial», señala.

Estelle Euvremen, ‘gravadora’. Realiza este trabajo desde hace dos años en Mallorca, a donde llegó hace once años. Ha ilustrado libros infantiles y hecho estampados.