Mateu, al volante de este icono de Mallorca aún sin terminar, y Joaquín, su primo, en el asiento del mecánico. | JAIME CANUDAS

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Aunque pueda parecer extraño, Mallorca contó con una fábrica de automóviles que no tenía nada que envidiar a otros fabricantes de la época. El 12 de enero de 1920 se constituía en Palma la sociedad LORYC S. en C. con la finalidad de instalar la primera fábrica de automóviles en la Isla, siglas de una razón social que correspondían a las iniciales de sus principales accionistas: Rafael de Lacy y Gual, representante de la marca de coches Minerva; Albert Ouvriard, ingeniero francés, Antonio Ribas Reus, transportista naval y Alzamora S.A.». Así lo explica en las redes Fotos Antiguas de Mallorca (FAM) y completa Jaime Canudas, que tiene un blog dedicado a estos vehículos (https://loryc-racing.blogspot.com), y una pasión compartida con Mateu Nicolau: ‘la sardina’, «un modelo deportivo de línea alargada, de 1921».

Mateu lleva unos 17 años recuperando el Loryc con matrícula PM-583, el único Loryc que se fabricó con carrocería de aluminio, que, por su forma y color, se le conocía popularmente como ‘la sardina’. Este coche había sido buscado desesperadamente por los aficionados, y fue encontrado por Mateu desmontado en una finca de Mallorca. «Hacía años era la quimera de los aficionados de la Isla y, por casualidad, apareció en la finca Son Lladonet de Campos. Me lo había dicho Toni Batle (que tiene cuatro recuperados). Le seguí la pista al coche a través de Tráfico, de herederos de antiguos dueños... Al final, una persona que llevaba la finca me llamó y me dijo que había algo amontonado dentro de una torre de molino. Aparecieron allí las ruedas y trozos de motor; el chasis, medio hundido en la tierra, caja de cambios... Entonces, recuperé la matriculación. El Loryc ‘sardina’ era un icono de Mallorca. Una anécdota: para conmemorar la matriculación PM-10000, Tráfico organizó una carrera. Se había inscrito un Loryc y esto provocó que no se inscribiera nadie más, a pesar de que la fábrica había cerrado hace años». El coche se encuentra en la actualidad en Barcelona, donde se está reconstruyendo toda la carrocería (se hicieron planos a escala...). En Campos se llevó a cabo toda la base mecánica, la estructura del vehículo, caja de cambios, transmisión...). Este coche era fabuloso. Corría más que uno igual francés porque los mallorquines ponían aceite de ricino en el motor. Esto permitía que el motor se revolucionase más».

La recuperación de este coche PM-583 comenzó hace 17 años.

En Mallorca hay una docena de lorycs recuperados. Según se explica en FAM, «el primer Loryc matriculado fue un modelo torpedo –al estilo del Hispano Suiza– que salió a la calle en noviembre de 1921 con la matricula PM 507. Un coche en plancha de acero y con mecanismo de frenado que sólo actuaba en las ruedas traseras. Poco después, apareció el coche que les valió el apodo de ‘la sardina’. El primer modelo tenía un motor de seis caballos de fuerza. Era un motor francés Ruby de competición con caja de cambios separada. Tenía tres marchas adelante y una hacia atrás. El tamaño de los neumáticos era de 710 x 90 mm. La iluminación que daban los faros, estaba alimentada con gas acetileno. En 1923 la fábrica se trasladó la calle Alejandro Rosselló al edificio de la fábrica de productos químicos Alcasil en S’Aigo Dolça (parte de lo que más tarde ocuparía el Palas Atenea, que hoy es el Hotel Marina Palma)». Este Loryc podía correr a 110-115 kilómetros por hora, y «sin frenos delante. Yo no me arriesgaré a ir a esa velocidad. Tenemos previsto terminarlo a finales de año (se cumplen 100 años del Loryc). Falta terminar el depósito, mandar el radiador a Francia y ponerle algunos detalle como (reloj, cuentavueltas de pista...). Después, lo probaremos y se hará una presentación como Dios manda», añade Mateu.

Joaquín, Mateu, Jaume (tapicero) y Giorgio (carrocero), ante el coche.

Un coche que demostró su valía en pruebas automovilísticas

Loryc fabricó un modelo de competición con un motor Scap de cuatro cilindros con más de 1000 cc, y 35 cv de potencia. Ese coche demostró su valía logrando grandes éxitos en varias pruebas automovilísticas: en el Trofeo Armengué, segundo y tercer clasificado con vuelta más rápida a 93,50 km/h, y en la IV Vuelta a Catalunya copó los primeros puestos de meta, ambos en 1922.