Francisco Gordillo posa para esta entrevista.

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Hijo de Paco Gordillo y nieto del maestro Gordillo, marido de la diseñadora mallorquina Laura Pons, sobrino de Carmen Jara y ahijado de Raphael, habla de cómo ese ambiente artístico en el que ha crecido ha marcado su vida y su trayectoria profesional. Ha crecido junto a los más grandes de la música, de Raphael a Rocío Jurado o Julio Iglesias, que entraban y salían de su casa con absoluta normalidad. Podría haber seguido los pasos de sus progenitores, pero Francisco Gordillo ha querido crearse una vida por sí mismo que hoy divide entre Madrid, donde nació, y Mallorca, donde se casó.

Menuda dinastía la suya…
– Sí, mi abuelo el maestro Gordillo fue un gran compositor, escribió canciones para los grandes cantantes de su época, colaboró con los míticos León, Quintero y Quiroga. Compuso Torre de Arena para Marifé de Triana, que es verdaderamente mítica en la canción española, y muchas otras. La lista es interminable.

Hábleme de su padre, el gran Paco Gordillo.
– Mi padre estudiaba ingeniería, no quería dedicarse al show business, pero un día apareció por el estudio de mi abuelo Raphael acompañado de su madre y le pidieron que se quedara con él, que le ayudase en su carrera. A partir de ahí comenzó la carrera artística y profesional del genio Raphael que ha durado toda la vida. Mi padre y él eran como hermanos, somos familia. De hecho él es mi padrino de bautismo y se comporta como tal. No es un padrino ausente.

También descubrieron al compositor Manuel Alejandro…
– Por casualidad y mientras hacían unas gestiones. A mi abuelo le encantó lo que hacía Manuel Alejandro, el compositor de los temas más famosos de Raphael, Nino Bravo, Rocío Jurado, Julio Iglesias... En esa época nació el trío de oro de la música española en el que Raphael cantaba, Manuel Alejandro componía y mi padre gestionaba. Con ellos tres la música española se alineó a la chanson francesa y a la música melódica italiana.

¿Cómo es Raphael?

–Un líder, una estrella, un ser revolucionario todavía hoy. En su último concierto en el Wizink Center de Madrid para celebrar su 60 aniversario sobre los escenarios, que ha sido tan polémico y al que asistí, ha demostrado que sigue siendo único. Fue un ejercicio de responsabilidad absoluto, ha sido el mayor concierto celebrado en Europa en época de pandemia y se cumplieron todas las medidas de seguridad de forma escrupulosa. Y aun y así fue un éxito brutal.

¿A usted le ha marcado crecer en ese ambiente?
– Sí, he crecido rodeado de artistas de todos los géneros del arte, desde pintores a cantantes. De alguna manera es mi medio natural.

Sin embargo usted no se ha dedicado al arte...
– Estudié empresariales y música a la vez en el conservatorio de París, pero a mi me acabó llamando la atención el mundo que menos conocía y comencé mi carrera como financiero en la Banco Rothschild, primero en Madrid y después en Londres. El haber crecido rodeado de genios y el haber vivido en todas partes del mundo me ha permitido no ponerme límites a la hora de gestionar mi vida. Eso me permitió organizar mis cosas y no quedarme estancado en la banca.

Ser empresario no es fácil.
– Elegí las tecnologías y no es fácil, no, pero mi deseo nace de la libertad que he visto en otros. Ver a mi padre trabajar fue un auténtico lujo y yo crecí con ello. Era un verdadero maestro. Desde el año 2012, en que conocí el Bitcoin y entendí la descentralización, me di cuenta de que era algo en lo que quería involucrarme. Desde entonces se ha creado un sector que está destinado a cambiar la forma en que nos relacionamos, en que se transfiere el valor, como nos comunicamos y como se contabilizan muchas cosas. Soy cofundador y gestor de un Hedge Found que invierte en criptoactivos y además también soy cofundador de una empresa de Big Data y logística con base en Londres, y estoy muy contento.

Además tengo algunos proyectos audiovisuales, que aun no puedo contar, pero que serán muy interesantes. Así que sí, de alguna manera seguiré los pasos de mi padre.

¿Qué le legó tras su muerte?
– Nos legó una educación sólida, en casa, y una formación internacional y sin límites de ningún tipo. Recibir cosas materiales está muy bien pero a veces están y otras no. Pero la gestión de la esencia de uno mismo, el darle forma al talento de cada cual rodeándolo del máximo número de estímulos posibles, no tiene precio.

Usted conoce muy bien la sociedad española. ¿Cómo es?
– En España tenemos una gran ventaja al ser una cultura eminentemente mediterránea con una raíz tan profunda, con una cultura antiquísima. Manejamos unas claves sociales que son muy exquisitas y que no encuentras en la cultura anglosajona. Somos muy conservadores en algunos aspectos, consecuencia de la raíz cultural milenaria, que se percibe en cómo nos cuidamos los unos a los otros explícita o implícitamente, se ve en cómo nos saludamos y en cómo dejamos de tratarnos. En cómo te vinculas o te desvinculas de alguien. En todo hay exquisitez y pasión. Estamos sanos espiritualmente, mucho más que otros, estoy convencido.

Y usted que conoce tan bien el mundo elige a una mallorquina para casarse…
– Cuando conocí a Laura supe de inmediato que me casaría con ella, fue una epifanía. Fue tras un viaje de ida y vuelta a Tokio. Llegué a una cena y apareció ella, se sentó delante de mí y me quedé fascinado, y eso que no me hizo ni caso. Laura es el faro de mi vida, la única pena que tengo es que no llegara a conocer a mi padre.