Paul Darko, a sus 46 años, sigue siendo un ‘stripper’ de alto nivel, a quien la pandemia, al igual que a otros colegas suyos, les ha impedido trabajar.

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Otro sector que se ha visto muy afectado por la pandemia ha sido el de los strippers –tanto masculinos como femeninos–, pues desde el estado de alarma de marzo hasta hoy, la caída ha sido de cerca del 90 %. Y a partir de ahora del 100 %. ¿Motivos? Tal vez el más importante es que, como un elevadísimo número de bodas se ha suspendido, o aplazado, se han suspendido muchas de las despedidas de solteras que se celebran días antes de los enlaces, quedando reducida su actividad a un pequeño número de cumpleaños, que también ha menguado ostensiblemente.

Paul Darko es, posiblemente, uno de los strippers más conocidos y veteranos –46 años de edad– de la Isla, por tanto persona más que cualificada para opinar sobre esta cuestión.

«Suspendo la que tengo hoy»

«Antes de la pandemia, y sobre todo a través de las redes sociales, solíamos trabajar bastante. En 2019 ingresé con mi trabajo unos 15.000 euros, pues fueron muchas las despedidas que hice. En 2020, antes de la declaración del estado de alarma, llevaría unas doce, pero mientras duró el confinamiento, ninguna. Desde la desescalada a la nueva ola de contagios, es decir, durante el verano, cuatro, pudiendo haber hecho unas 50. Y de ahora en adelante, una, para hoy, viernes, en Llucmajor, despedida a la que asistirán seis chicas, y que tengo contratada desde hace unas semanas, pero que diré que no, primero para evitar cualquier tipo de contacto, pues, pese a que pongas todos los medios a tu alcance para mantener las distancia, nunca se sabe; segundo, porque a causa de las restricciones actuales, no quiero jugármela con el toque de queda; y tercero, porque no vale la pena que por hacer un espectáculo de striptease puedas contagiarte y contagiar a toda tu familia, y más en estas fechas», concluye.

La pareja de Paul también es ‘stripper’.

«Por otra parte –continúa–, mi pareja actual también hace striptease, sin embargo y a pesar de que la han llamado en varias ocasiones, incluso en el peor momento de la pandemia, no ha hecho ni un solo show, entre otras razones porque es asmática y contagiarse sería muy peligroso para ella. Por tanto, el balance de 2020, a escasas dos semanas de que finalice, ha sido muy malo».

Paul Darko basa dicho balance sobre lo razonable. «Ha habido menos bodas, y las que se han celebrado, por aquello de evitar cualquier tipo de contagio, no todas han tenido despedida de soltera. Claro que ha habido alguna en las que ni mascarilla ni nada. Eso sí, yo he procurado protegerme cambiándome en una habitación y evitando cualquier tipo de contacto».

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Recuerda que uno de los cumpleaños a los que asistió, y que se celebró en un chalet, fue un completo desmadre, «pues reunió a alrededor de 40 personas sin mascarillas y sin respetar las distancias, con niños y mayores, todos mezclados, y encima alguno había bebido más de la cuenta. Allí se pasaron las normas por el forro. Allí, y supongo que en otras partes, y más si es gente que ha venido de fuera, algo que se ha puesto de moda», cuenta.

«Son –dice– grupos de amigas que celebran la despedida de soltera de una de ellas y se vienen a Mallorca, alquilan una casa, pasan unos días y celebran la fiesta. Naturalmente, tampoco suelen llevar mascarillas ni mantienen las distancias. No digo que en todas, pero sí en bastantes. Por eso, en las que he estado durante la pandemia, que han sido pocas, repito, me he cambiado en una habitación, solo, he llevado el alcohol para las manos, la mascarilla… Y contactos, únicamente los he tenido con la celebrante y con quien me ha pagado, y cuando he terminado nunca me he quedado en la fiesta.»

Echar mano de otros planes

Naturalmente, todo eso repercute en la economía del o de la stripper, ya que al ser menos las despedidas a las que va a trabajar, son también menores los ingresos. Desde luego, muchísimo menos que los ingresos de otros años.

«No sé cómo se lo montarán los demás. Yo he tenido un plan B: una tienda en la que vendo productos dietéticos, con un trastero que he convertido en un pequeño gimnasio para mí, pues yo debo de seguir entrenando. Pero como también ha habido menos campeonatos de culturismo y fitnes que nunca, la venta de esos productos dietéticos ha sido menor, un 50 % menos. Y es que ahora es más fácil vender unas mancuernas, o una barra, que un batido de proteínas. Por eso he tenido que poner en marcha el plan C, que es el de entrenador personal, y lo he hecho gracias a que tengo las titulaciones homologadas que me permiten ejercer como tal. Y lo he hecho, ya bien acudiendo a lugares donde me contratan por días, semanas o meses –estos, los menos–, o dirigiendo clases al aire libre, naturalmente poniendo en práctica todas las normas anti COVID-19 dictadas por el Govern. Y es que la pandemia nos ha enseñado que para sobrevivirla hay que ir por otros caminos distintos a los habituales».

Paul, que hizo sus pinitos como actor en Mossèn Capellà, interpretándose a sí mismo, lanza un mensaje: respetar las normas, utilizar mascarillas y geles, mantener la distancia, evitar los contactos… «Haciendo caso a todo eso, seguro que saldremos de esta antes que si incumplimos dichas normas».