Cati Gelabert ha realizado este año ‘neules’ de la Sibil·la, otra con cruces de los doce apóstoles y sobre la fuente de La Rambla y la iglesia de Santa Creu. | Amalia Estabén

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La mayoría de iglesias de Mallorca lucirán las neules, como decoración navideña por excelencia, cuyas hileras de discos blancos, lisos o con dibujos recortados, surgen de lo más alto, imprimiéndoles al menor soplo de aire un ligero vaivén. Antaño obra de clérigos o religiosas, existen artistas, como es la pintora Cati Gelabert Niell, a quien le gusta cada año realizar diferentes modelos de neules con los que ir decorando estancias o bien el árbol de Navidad, aparte de tener una buena actividad dando clases de pintura y realizando encargos.

La pintora, natural de Sineu, señaló que «este año he realizado cinco modelos: una del canto de la Sibil.la, coincidiendo con el décimo aniversario de este canto como patrimonio inmaterial de la Unesco; otra litúrgica, con cruces de los doce apóstoles; y otras dos dedicadas a Palma, con la fuente de La Rambla y la iglesia de Santa Creu. Luego, en el plano europeo, las del rosetón de la catedral de Matera y de la Virgen de la Bruna, patrona de esta misma ciudad, que como se recordará fue Capital Europea de la Cultura en 2019».

Un reto

Cati Gelabert, conocida por su obra al óleo de paisajes mallorquines tomados del natural y otros realistas a lápiz, resume su actividad de las neules como «un reto». «Plasmar las fachadas de templos, edificios emblemáticos como el Castell de Bellver, la Porta de Xara de Alcúdia, el León de Sant Marc de Sineu, o también faros, como el de Portopí, en un papel normal o en una cartulina, no resulta fácil, pues deben tener un apoyo para que se aguanten sus contornos. Después hay que recortarlas con el cúter, y se debe hacer con sumo cuidado», señala la artista, una gran experta en este arte.

El origen

El origen de las neules, según un estudio del fraile teatino e historiador, ya fallecido, Gabriel Llom- part, «desciende de un dulce que en el lejano siglo XII consta que se tomaba por las fiestas. Se trataba de neules preparadas con miel, lo cual le daba un color moreno, como el que tienen hoy las que vemos en confiterías. En los siglos XIII y XIV el papel entró en Europa, así que posteriormente las neules fueron recortadas con papel, tal como hoy las conocemos, y se puede decir que esta tradición de la decoración de neules se conserva únicamente en Mallorca».

Las que vemos en la actualidad se pueden clasificar en dos grupos: las lisas, de distintos tamaños, y las recortadas, auténticas filigranas, que arropan la decoración de las lisas o bien lucen en solitario formando grandes cascadas, como suele ser el caso de Santa Catalina Tomàs. En ellas se adivinan escenas de la vida rural mallorquina, motivos navideños, eucarísticos y sobre todo rosetones de las más importantes catedrales europeas. Esta Navidad podrán ser de nuevo admiradas, aunque parece ser que, consultados algunos párrocos de distintas iglesias de Palma, su presencia sería más modesta.