El denominado penacho de Moctezuma, que formaba parte de la capa de un sacerdote azteca, expuesto en el Museo Etnológico de Viena. A la derecha, el senador Germán Martínez Casares y la esposa del presidente López Obrador, Beatriz Gutiérrez Müller.

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Desde luego, los matrimonios de alta política están de moda aquí y en ultramar: él la coloca a ella como ministra, o en una suculenta ONG de materia africana... o de historiadora oficial de los Estados Unidos Mexicanos.

Desde que llegaron a la Presidencia de México Andrés Manuel López Obrador –conocido también como AMLO– y su mujer, Beatriz Gutiérrez Müller, comenzó una campaña para revisar el pasado sin tener en cuenta los documentos históricos. Ambos sientan ‘cátedra’ a base de opiniones hueras con una fuerte carga ideológica. El fin no es otro que solapar los graves problemas económicos y la pujanza de los cárteles del narcotráfico.

El pasado 12 de octubre, López Obrador insistió por carta ante el Papa:«La Iglesia Católica, la Monarquía española y el Estado Mexicano debemos ofrecer una disculpa pública a los pueblos originarios que padecieron de las más oprobiosas atrocidades para saquear sus bienes y tierras y someterlos, desde la Conquista en 1521 hasta el pasado reciente”.

Beatriz Gutiérrez Müller es, por lo visto, especialista en ese revisionismo histórico. Preside el Comité de Coordinación Nacional de la Memoria Histórica y Cultural de México.

Lógicamente, los españoles salen muy mal parados de este flashback casero del matrimonio AMLO: desde Hernán Cortés a nuestro fray Juníper, blancos continuos de vejaciones, de tópicos sin pies ni cabeza, y de la destrucción de sus estatuas y monumentos.

La señora de AMLO no habrá visto la película Apocalipto, de Mel Gibson, donde se presenta la brutalidad de los pueblos prehispánicos. A ella le da por recorrer Europa en busca de piezas ‘expoliadas’. Así ha llegado hasta Austria, donde solicita que el Museo de Etnología de Viena le devuelva el penacho confeccionado con oro y plumas de quetzal de Moctezuma. Por supuesto que allí le dicen con muy buenas palabras que se vaya ‘con viento fresco’.

Ante semejante demagogia, algunos senadores mexicanos han dicho que ya basta con tanta tontería. Concretamente, el senador Germán Martínez Cazares, en tono irónico, publicó hace unos días un artículo en uno de los grandes rotativos aztecas, Reforma, en el que da una verdadera lección de historia.

Martínez Cazares no es nada ‘sospechoso’. Es un defensor de los derechos de los homosexuales mexicanos y abogado independiente y cabal.

Explica el senador en este artículo lo que hicieron Cortés, Vasco de Quiroga, Alonso de Montúfar... y que no tiene pies ni cabeza pedir a España que se disculpe por sus gestas. Entre éstas, cita las de Juníper, «que recorriera la Sierra Gorda queretana y todo el desierto mexicano para dejar en San Francisco, California, un testimonio de la grandeza mexicana».