Alex Txikon, en el Teatre Xesc Forteza. | Pere Bota

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Alex Txikon (Lemona, Vizcaya, 1981) es uno de los alpinistas más destacados. Ha logrado cumbre en 11 de las 14 montañas de más de 8.000 metros del mundo, pero además de estos logros deportivos, Txikon destaca por su vertiente social. Buena prueba de ello es la película documental Pumori, la hija de la montaña, que presentó ayer en el Teatre Xesc Forteza dentro de la XI Mostra de Cinema de Muntanya. «Este trabajo es un homenaje a cinco montañeros, tres navarros y dos guipuzcoanos, que murieron en 2001 en este monte tras una avalancha. Los padres de Beñat  (Arrue, uno de los fallecidos) tenían como última foto de su hijo una diapositiva en la que estaba con una niña nepalí. Los padres quisieron conocerla y se muestra la relación con ella, que tuvo su punto más emotivo cuando Suku Mya vino a San Sebastián a tratarse de una enfermedad de riñón, que terminó con un trasplante, algo impensable en su país», explica el alpinista.

Txikon, que tiene como una de sus máximas en la vida «hacer el bien sin mirar a quién», comenzó a aficionarse a la montaña con las excursiones tan comunes en los centros educativos del País Vasco. Poco a poco fue alcanzando metas y en la actualidad se ha especializado en las expediciones invernales. «Cuando vas quemando etapas te marcas nuevos retos y en este caso una expedición en invierno hace que no haya mucha gente en la montaña». Sobre la ‘sobreexplotación’ del Everest, Txikon explica que «se trata de la montaña más alta y conocida del mundo y hay muchos intereses de Nepal para que vaya mucha gente. Lo mejor es ir en invierno. Todo está más tranquilo».

A él no le quita ni un minuto de sueño el hecho de que le queden tres cumbres para completar los 14 ‘8.000’, como lo lograron Juanito Oiarzabal, Alberto Iñurrategi, Edurne Pasaban y Ferran Latorre. «He estado en todos los 8.000 y por diversas circunstancias no he podido completar todas las subidas, pero me atrae mucho más conocer nuevos lugares y montañas. Los alpinistas ‘mediáticos’ están bien, cada uno tiene sus cosas buenas».

Alex se declara un enamorado de Mallorca. «Vengo 5 ó 6 veces al año desde hace muchos. Es un lugar que me encanta. Por decir un rincón, destacaría un lugar que hay a la salida de Caimari en dirección a Mancor». La montaña le tira tanto, que reconoce algo sorprendente. «Mira que he venido veces, pero hasta hace dos días no me había bañado en el mar. Fue en una cala de Calvià».

El alpinista explica que siente «tristeza» al ver cómo está la Isla. El aeropuerto impresionaba de lo vacío que estaba y la gente te cuenta los meses tan difíciles que han pasado y los que vienen».

Se dice que si la muerte deseada por muchos toreros es en la plaza, la del alpinista es en la montaña, algo con lo que Alex no está nada de acuerdo. «Las mejor muerte será de mayor y en la cama, nada de en la montaña».

Durante el confinamiento, Txikon ha tenido la oportunidad de acabar un documental y un libro titulados La montaña desnuda, que narra su ascensión y cumbre al Nanga Parbat (8.126 metros), a donde nadie había logrado llegar en pleno invierno. No es de extrañar que lo que más a gusto haga al volver a casa sea ducharse con agua bien caliente.