Michael Heinig, en el pantalán de Puerto Portals. | Jaime Moreda

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El sector del alquiler y venta de embarcaciones no ha sufrido la crisis por la pandemia como otros ámbitos económicos. «De hecho, nosotros hemos tenido mejores resultados que el año pasado», señala Michael Heinig, de la empresa Marina Estrella, ubicada en Puerto Portals, lugar que aglutina la mayor cantidad de empresas de este sector. «Hemos organizado vídeo conferencias con clientes que no podían o no querían venir y les hemos mandado el barco a su lugar de residencia. Además, ha ido muy bien la venta de barcos de ocasión».

La familia de Michael Heinig es de origen alemán, pero él nació en Palma y lleva más de 25 años dedicándose a este negocio. Explica que su cliente es principalmente extranjero. «Sobre todo alemanes, el británico ha bajado un poco en los últimos años debido a la incertidumbre que produce el Brexit. Y en cuanto al cliente español, desde la crisis de 2008 nos está costando recuperarlo. En total diría que el 85 % es extranjero y el 15 restante nacional».

Heinig se queja del poco apoyo que recibe el sector por parte de las instituciones. «Por ejemplo, dos embarcaciones iguales, una matriculada en España y otra en otro país europeo siempre será más cara la primera porque tributa un 12 por ciento más que la otra». Este experto en el mundo náutico echa de menos un mejor nivel de idiomas entre los jóvenes de España. «El inglés es la lengua por excelencia de este mundo. La formación es también crucial, pero sin un buen dominio de idiomas estás perdido».

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Marina Estrella vende tanto veleros como motoras, yates y catamaranes. «La eslora varía entre los 10 y los 35 metros aproximadamente y últimamente se está notando un auge del catamarán. Es una embarcación estable, confortable», señala Heinig, quien viene del mundo de la vela pero que reconoce que si se tuviera que comprar una embarcación a día de hoy sería un catamarán. «El yate tiene un mantenimiento mucho mayor que el velero y además pierde más rápido su valor en cuanto toca el agua». Se suele calcular que el mantenimiento supone cada año, entre amarre, combustible, tripulación... el 10 por ciento del valor del barco.

«Puedo estar de acuerdo en que lo mejor de este mundo es tener un amigo con barco, porque hay que cuidarlo mucho. He visto a gente muy feliz cuando lo ha vendido, pero también a otros muy tristes».