Martín Louro y Eva Durán han estado al frente de este local de Palma durante los últimos 28 años. | Jaume Morey

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No ha podido ser. Los inquilinos del local que albergaba el Café Barroco han tirado la toalla. Martín Louro, que ha llevado este restaurante-espectáculo los últimos 28 años junto a su pareja, Eva Durán, no ha encontrado a nadie que quisiera continuar el negocio. Incluso Germán Rehermann, hermano de Martín pero que utiliza el apellido materno, e hipnotizador durante los últimos 10 años en los espectáculos de los martes, estaba dispuesto a continuar.

«Comencé ofreciendo un traspaso de 35.000 euros y lo bajé hasta los 15.000, pero ni así. El alquiler era de 600 euros. Para mí, un chollo. Desde el primer día hubo mucho interés, pero al final todos se han echado atrás porque ven que la situación es muy incierta. Me da mucha pena, pero lo entiendo», explicaba ayer Martín. Los Louro son una familia procedente de Uruguay que recaló en Palma en los años 80.

Inicios

En 1992, Martín vivía en la calle Margalida Caimari y se enteró de que el local de abajo estaba en alquiler. «Lo vi, me fui a un mercadillo, compré un Backgammon y aprendí a jugar. Después, incorporé otros juegos de mesa y poco a poco la gente se fue animando». Inquieto por naturaleza y con una gran visión comercial, Martín convirtió su local en uno de los ‘templos’ del pa amb oli completados por unas tarta caseras difícilmente superables. «El pa amb oli es algo muy típico, pero que tuvo unos años de decadencia y luego vino el esplendor. Cuando abría el domingo a las cinco de la tarde había más gente en la puerta de la que cabía», explicaba en una entrevista con este periódico a primeros de julio.

Martín ya ha comenzado a dedicarse a su gran afición: el campo, y se encarga de la limpieza y mantenimiento de grandes fincas. A su vez, el dueño del local construirá una vivienda.