La actriz Núria Prims, en Palma. | Pere Bota

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Si la actriz catalana Núria Prims (Barcelona, 1972) va a vestir este jueves la piel de Clitemnestra en el Teatre Principal de Palma, a las 20.00, se debe, en gran parte, a Agustí Villaronga. Fue el cineasta mallorquín quien la convenció de volver a la actuación con Incerta glòria en 2017 tras ocho años en los que Prims había decidido dejar la profesión para vivir en Menorca con su hijo. Ahora se reencuentran en Clitemnestra, la casa dels noms, adaptación de la novela de Colm Tóibin, en el que es el regreso de Prims al teatro de la mano de un director al que «amo y adoro».

¿Cómo lleva su estreno en el Teatre Principal?
— Pues muy relajada no estoy [risas], pero con muchas ganas de estrenar y de que lo disfrutemos todos, tanto los espectadores como el conjunto. Además, este es un teatro precioso y cuando estás ahí encima, en el escenario, te sientes una privilegiada.

Este año se cumplen 25 de su debut en el cine con Historias del Kronen. ¿Cómo lo recuerda?
— Ese sí es un salto temporal. Lo celebraron hace poco aunque no pude ir, pero sí recuerdo que no tenía ni idea de lo que era estar delante de una cámara y ese nervio y temblor que sientes, que te hace sentirte muy pequeñita, lo sigo teniendo. No sé si es bueno o malo, porque piensas que algún día llegará en el que además de disfrutar dejarás de sufrirlo.

Se ha referido a Carlana, su papel en Incerta glòria, como una heroína, ¿qué le parece que es Clitemnestra?
— Para mí es otra heroína. Este papel es dignificar la historia de la mujer. No es que la hagamos más humana, sino que la hacemos humana, sin más, y recuperar el empoderamiento que tenemos porque no creo que haya cambiado tanto las cosas porque, socialmente, son muy pocas las privilegiadas y hay muchas que creen estar empoderadas cuando no es verdad.

Además usted ha interpretado a varias mujeres de armas tomar.
— Sí, pero somos pocas las afortunadas por hacer papeles femeninos fuertes. Lo que pasa es que ese discurso debería cambiar y ser algo natural. Es una vergüenza que tengamos que contar cuántos papeles así se hacen, no debería llamar la atención. Y muchas veces tienen tal connotación sexual que es un aburrimiento. No creo que haya que esconder el sexo, pero tampoco tiene por qué estar presente siempre.

¿Qué tal ha sido el reencuentro con Agustí Villaronga tras Incerta glòria?
— La verdad es que fue tan importante cuando me llamó para Incerta glòria como lo es ahora para Clitemnestra. Que confíe en mí una segunda vez me hace muy feliz y además está el elemento del teatro, que para mí es un paso importante por mi miedo escénico. Si ya me rescató en 2017 ahora me hace enfrentar uno de mis miedos y sé que lo voy a hacer porque qué mejor que ir acompañada de quien conoce mis virtudes y defectos. Es un privilegio volver al teatro de la mano de Agustí.

¿Cómo valora la situación de la cultura con la crisis de la COVID?
— Pues yo no sé si soy pesimista o realista, pero no creo que este país cultive o haya ganas desde el poder, sea cual sea, para que la cultura llegue a la ciudadanía y los niños crezcan con cultura. No nos cuidan. Y esto pasa en otros sectores también, que siempre estamos tratando de salvar el pellejo en el día a día, ya seas actriz, farmacéutica o dependienta. Son pocos los privilegiados en cada sector, pero en cultura hay un hándicap mayor y es que tienes que estar muy bien remunerado para cobrar el paro, por ejemplo, mientras que en otros sectores sí cotizan.

Usted sí está trabajando mucho, como en la segunda temporada de Hache, para Netflix.
— Sí, aunque ya hace de esto porque casi terminamos el rodaje antes del confinamiento y lo concluímos después. Aunque tuvimos que reducir sesiones, porque si había muchos figurantes no podíamos estar todos por las restricciones, o, por ejemplo, algunos actores de Francia y otros países no podían venir a rodar por las limitaciones.

Por último, ¿qué le diría para animar a la gente a asistir a ver Clitemnestra?
— Pues que tenemos que echarnos un cable entre todos. A mí me ha pasado una cosa muy bonita con las invitaciones que es que algunas personas a las que quería invitar me decían que habían comprado la entrada porque querían aportar y eso es de un agradecimiento brutal.