El policía portuario y escritor Juan Manuel Gavilán. | Alejandro Sepúlveda

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Juan Manuel Gavilán trabaja como policía portuario en Palma desde hace 30 años. El agente, de 52 años, lleva 20 en el centro de control de la Autoridad Portuaria. «Entré en el puerto a los 19 tras acabar el servicio militar y entonces se llamaba celador guardamuelles auxiliar», cuenta. «Siempre he sentido una conexión especial con el mar. Cuando era pequeño, pasaba por las instalaciones portuarias y me llamaban mucho la atención, era un sueño que tenía desde niño».

La cuarentena le ha permitido cumplir otro de sus sueños de infancia: publicar un libro. «Desde que era niño siempre he tenido facilidad para relatar historias, es algo innato. Soy hijo único y pasaba las horas muertas en mi habitación escribiendo», explica Gavilán, que ha publicado tras el confinamiento su primera novela, Código sin palabras, de 130 páginas.

«En mi trabajo hacíamos servicios mínimos, estuve confinado en casa y aproveché las horas escribiendo». Así se gestó el libro, de acción y aventuras, que habla «de valores como el honor o la lealtad». El policía portuario está satisfecho con la acogida que ha tenido Código sin palabras tras su publicación a través de Amazon el pasado junio. «La gente que lo ha leído me ha dicho que se ha enganchado y que lo ha terminado en tres o cuatro horas».

El libro narra las aventuras de dos hermanastros. «Uno de ellos es el cerebro, el inteligente, con un coeficiente mental y una cultura asombrosa. Lo que sucede es que físicamente no es un superdotado. El otro, sin embargo, es un portento genético, de una complexión física fuera de lo normal».

Código sin palabras aborda temas como el bullying. Uno de los protagonistas sufre acoso escolar y el hermano que tiene unas condiciones físicas extraordinarias lo defiende. La madre de los niños «aparece como una mujer luchadora que trabaja en lo que puede para sacar adelante a sus hijos. Los padres de ambos se desentendieron de ellos».

Parte de la historia de ficción transcurre en la Autoridad Portuaria de Nueva York. El autor, que es cinturón negro de aikido, aprovecha sus amplios conocimientos en este arte marcial para describir con minuciosidad el combate final del libro en el que uno de los protagonistas se enfrenta a un ex Navy Seal.

Fibra

Gavilán comenta que disfrutó escribiendo esta primera novela durante la cuarentena. «Hay momentos en los que me emocionaba por el fuerte componente familiar o la entrega de un hermano por el otro. Toca la fibra. Me he emocionado, reído y se me ha puesto la piel de gallina».

Hacía tiempo que sentía la necesidad de escribir el libro. Era una asignatura pendiente. «Es todo lo que arrastraba desde que era niño, ha sido un homenaje a mi niñez, a mis experiencias infantiles». El policía portuario decidió autoeditarlo en Amazon. «No me gustaba cómo trabajaban las editoriales con las que me puse en contacto. Actuaban como una banda y nunca perdían. Amazon les da la oportunidad a los escritores noveles como yo y sin tener pérdidas».

Gavilán asegura que ya ha vendido cerca de 500 ejemplares y que los lectores le han animado a escribir un segundo libro. «Ya lo he empezado. Se titula Un buque en la niebla y es un homenaje a mis compañeros, los operadores del centro de control».