Albert Forés, director del Museu de la Mar, junto a un tradicional ‘gussi’.

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Hubo un tiempo en que el puerto era el motor económico de Sóller, en que esta localidad rodeada de montañas estaba mejor conectada con el sur de Francia que con Palma. En que los grandes pailebotes partían cargados de naranjas y emigrantes en dirección a Marsella y Barcelona. En que la pesca era el sustento de numerosas familias, y el contrabando una forma de supervivencia. En que la demanda de langosta de los primeros turistas obligó a los pescadores a ingeniárselas para pescar un producto que nunca habían trabajado, para lo cual tuvieron que adaptar una máquina de moler cacao de la fábrica de chocolate local para poder lanzar las redes en lugares más profundos. En que la Guardia Civil tenía que hacer la vista gorda con el contrabando de harina en la época del año en la que los niños del pueblo celebraban la Primera Comunión porque, de lo contrario, no se podrían elaborar las ostias suficientes. El boom turístico, el túnel y la globalización acabaron hace tiempo con esa Sóller y con ese puerto, pero el Museu de la Mar de Sóller se propone conservar y transmitir su memoria.

Cambios

Además de disfrutar de su interesante exposición permanente, que incluye todo tipo de herramientas e instrumentos antiguos relacionados con la navegación y la pesca, al visitarlo podemos sumergirnos en el proyecto ‘La remor de la memòria’, en el que 12 personas vinculadas al puerto dan testimonio de los cambios que ha sufrido con los años. Entre ellos hay pescadores, pescaderas e incluso el último mestre d’aixa del puerto. «La mayoría de los entrevistados son mayores, el más longevo nació en 1929, pero también hay un chaval de 28 años que reivindica la pesca como una manera de ganarse bien la vida hoy en día», explica Albert Forés, director del museo. Estos documentos audiovisuales pueden verse también en el canal de Youtube del Museu Marítim de Mallorca. «Hemos hecho un documental divulgativo de dos horas, pero tenemos muchas horas de conversación con los entrevistados», que son solo la punta del iceberg de un proyecto más ambicioso, ya que «la idea es ampliarlo a toda Mallorca».

«El día que hicimos la presentación del documental, los entrevistados salieron llorando. Por fin son los protagonistas del museo. Porque está muy bien exponer redes, arpones y herramientas de pesca, pero no podemos olvidar a quienes les han dado vida», añade.