Alfonso Gómez, en el Hospital de Don Benito, Badajoz. | A.G.

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Alfonso Gómez (1987) ve en el toreo «sacrificio y satisfacción». Este banderillero mallorquín, que desde los 24 años vive en Badajoz, afronta la nueva normalidad con optimismo y la misma ilusión que cuando se inició en el mundo taurino a la edad de diez años. Lleva Mallorca en su corazón y siente nostalgia por no poder torear en esta tierra.

El pasado sábado tuvo que ser intervenido tras recibir la primera cornada de su carrera cuando lidiaba con el tercer toro en la localidad de Herrera del Duque (Badajoz). Ayer fue dado de alta con una herida en el esfínter de 10 centímetros pero sin lesiones en el recto y «con la mirada puesta en el próximo 6 de septiembre. Mi objetivo es recuperarme», asegura.

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Quizá el número 24 quede marcado en su vida no como una derrota, sino como un paso más en su corta carrera profesional. Fue ese toro de lidia que le sorprendió. Sufrió su primera voltereta.

Alfonso recuerda cuando acudía con su padre, Fernando Gómez, a la plaza de Toros de Palma con los nervios a flor de piel. Sus primeros pasos en el toreo fueron en la Escuela de Gabriel Pericás. Pronto se mudaría a Badajoz donde se hizo un hueco en este universo. «Para mi esto es mi vida. Hay gente que no lo entiende, pero desde joven el toreo me ha enseñado valores que jamás nadie me hubiese enseñado».

Tanto Gómez como su matador Victorino Martín afrontaban la corrida del pasado sábado con mucha ilusión. Era la primera tras el confinamiento. «Esta corrida iba a ser un guiño a toda esa gente que lo ha pasado mal durante la cuarentena, en esta situación de crisis. Uno nunca está pendiente de cuándo te va coger un toro. Pero yo sigo aquí, con mi familia, luchando».

Alfonso Gómez, que ahora empieza el proceso de recuperación, cancela la corrida programada para el día 22.