El británico Bruce Edwards es un ‘manitas’ capaz de crear peculiares vehículos y también instrumentos musicales. | Click

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Bruce Edwards es un británico, «de lo cual no tengo la culpa», dice, de 59 años, natural de Great Yarmouth, una ciudad bañada por las aguas del Mar del Norte y en la que desemboca el río Yare. Desde 1997 vive en Mallorca, «adonde llegué para arreglar el cuarto de baño de la casa que un amigo se había comprado en Santa Ponça y como me gustó el lugar y también Mallorca en sí, decidí quedarme. Como soy constructor, me encargué de arreglar chalets y casas. No sé cuántos, pero muchos. También he hecho otros trabajos, como, últimamente, de herrero. Sí, en Llubí, en cuyas afueras vivo desde 2010, trabajaba como autónomo con el herrero».

La pandemia

Así fue hasta que llegó la pandemia. «Y como el nivel de trabajo ha bajado mucho desde entonces, el dueño de la herrería me ha dicho que con el chico que tiene le es suficiente. Que cuando me necesite, me llamará. Así que estoy sin trabajo, en el paro, desde el pasado 14 de marzo. Porque también ocurre que el hotel a donde iba un par de días a la semana, como animador y showman, no ha abierto. Pero no me aburro. Llegarán tiempos mejores, en que todo mejorará, y casi todo volverá a la normalidad», asegura, optimista.

«Mientras tanto, no me aburro. En mi casa tengo un taller donde suelo hacer bastantes cosas, inventos míos casi todas, como, por ejemplo, una enorme bicicleta, la high rider –en realidad he hecho dos, matiza–, de casi dos metros de altura desde el asiento hasta el suelo, totalmente construida por mí. Parto del eje de los pedales, y desde ahí, todo es cuestión de tomar bien las medidas y soldar. Y luego pintarla a mi gusto. No es una bicicleta de adorno –la señala, orgulloso–, sino que es para pasear y tiene siete marchas. O sea, que puedo hasta subir cuestas. El otro día, por ejemplo, saliendo de Llubí, donde como he dicho vivo desde hace cinco años, he hecho, pedaleando, la siguiente ruta: Can Picafort, Alcúdia, sa Pobla y regreso a Llubí, un recorrido de 62 kilómetros en tres horas».

Aunque mucha gente que le ve pasar ya lo conoce, sacan el móvil para hacerle fotos o filmarle en movimiento porque llama la atención. «Y yo les entiendo, no siempre se ve a un ciclista con una bicicleta de un tamaño como ese. También suelo participar en las fiestas del pueblo, en los carnavales, por ejemplo…», explica.

discreto.
La ‘high rider’ mide casi dos metros de altura y es muy segura, afirma.

Bruce asegura que ir en esa bici es muy seguro, que yendo en ella mantiene el equilibrio igual que con las otras y que, para subirse o bajarse, lo hace a través de un pequeño peldaño que ha colocado en la rueda de atrás.

Pero Bruce no se detiene en fabricar solo bicis, sino que su imaginación, y las manitas que tiene, le llevan a conseguir otros objetivos, como, por ejemplo, lo que el denomina bici-taxi, que los hace de dos tipos: el bici-taxi-carretilla, formado por una bici unida a una carretilla a través de tubos, «que es muy segura, y que utilizo para pasear a los niños por el huerto de la casa», y otra bici-taxi a base de bici que tira de una plataforma rodeada de una rejilla, que va sobre ruedas, con dos asientos, a los que se accede a través de una puerta, «con el que llevo a mi mujer al pueblo cuando va a hacer la compra».

Otros inventos

Es llamativo también lo que él denomina el pipe drum, que es un instrumento, parecido a los tubos del órgano, construido con tubos de desagüe, unos –cuatro en concreto– más largos que los demás, alineados uno al lado del otro en dos filas: una inferior, de 15 tubos, y la superior, de 10, que descansan sobre un soporte sostenido por dos ruedas de bicicleta, gracias a las que puede desplazarse, y dos patas ubicadas en la parte delantera, para que quede sujeto al suelo», dice.

«El pipe drum –sigue– como instrumento musical que es, emite la escala musical y, por ende, melodías a base de sucesión de sonidos; en este caso, provocados por el golpeo de las suelas de unas chanclas en los orificios de entrada de los tubos, que vienen a ser las como las teclas de un piano. Parece increíble, pero sí. Suena la melodía… ¡Vaya que si suena!

Bruce no solo tiene algunos inventos más, como un monopatín para dos personas, sino que, dada su imaginación, puede inventar más cosas, y más ahora que tiene más tiempo libre que nunca.