Inmaduros, egoístas y alérgicos al compromiso. Analizamos con expertos en psicología a esos niños eternos que no quieren madurar y que han pasado de ser un síndrome a convertirse en un perfil generacional

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María vuelve a estar soltera. Es una buena amiga con poca suerte en el amor. Todos tenemos alguien así en nuestro círculo de amistades. Un dato llamativo en las Islas para que nadie se preocupe más de la cuenta si no ha encontrado a su media naranja: hay más de 54.000 hogares formados únicamente por solteros. Volviendo a María, llevaba dos años de relación con un compañero de trabajo, afable y con buena conversación; de esos que caen bien a las primeras de cambio. Todos coincidíamos en que tiene un pacto con el diablo para parecer rabiosamente joven aunque pasara de los 40 y peinara alguna cana. Quizá también ayude esa agradable despreocupación constante que muestra hacia cualquier tema cuando coincidíamos.

La consabida pregunta de por qué han cortado se responde rápidamente en el ‘infalible’ grupo de WhatsApp: María quería afianzar la relación. Habían empezado un mes antes a buscar piso para convivir, un poco a regañadientes por parte de él; pero la situación se terminó de torcer cuando ella dejó caer que, aunque ya tenía 39 años, la idea de ser madre no dejaba de rondarle la cabeza. Esa frase fue el principio del fin de la historia. Su ahora ex se había casado joven, tenía dos hijos fuera de la Isla y no le dejaba de repetir durante la conversación previa al famoso «no eres tú, soy yo», que la paternidad había acabado con su primera relación seria. «Y con el resto –nos recalca María en un escueto mensaje –. Estoy cansada de niñatos eternos con fobia al compromiso. Vuestras madres han criado una generación de Peter Panes idiotas», finaliza.

Peter Pan, ese niño vestido de verde y con una energía desbordante, es famoso por ser el protagonista de una obra de teatro escrita por J.M Barrie en 1904, mientras que la adaptación cinematográfica que Walt Disney llevó a cabo en 1953 logró perpetuarlo en el imaginario colectivo como un icono de la infancia. Un niño que se niega a crecer, lidera a los niños perdidos y, junto a Campanilla y Wendy, vive múltiples aventuras con piratas, sirenas e indios en el país de Nunca Jamás. Una vida la mar de atractiva, la verdad. ¿Les suena de algo?

De Peter Pan a Wendy

En los 80, el psicólogo Dan Kiley hizo referencia a esos adultos, sobre todo hombres, que rechazan asumir la responsabilidad de sus actos, para catalogarlos bajo el mismo nombre: el ‘síndrome de Peter Pan’. Inmaduros, alérgicos al compromiso, con una reticencia enfermiza al cambio... son solo algunas de las características que se atribuyen a esos mayores empeñados en no crecer. Los cambios sociales, el avance de las tecnologías, incluso la crisis económica han traído consigo una nueva generación que tarda mucho más que sus antecesores en llegar a ser adultos. Postergar la toma de decisiones vitales se ha convertido en un modo de vida. ¿Pero es todo culpa suya? Ana María Madrid, psicóloga y vocal de Igualdad y Género del Col.legi Oficial de Psicologia de les Illes Balears (COPIB), lo achaca «tanto a hombres como mujeres sobreprotegidos en su infancia, así como el caso contrario, que tuvieron una falta total de afecto». Aunque Madrid prefiere no tildarlo de síndrome, sí recalca que es «un problema de madurez que necesita de tratamiento, trabajar habilidades y desmontar esa mitología que hay en su cabeza de que la infancia fue maravillosa».

En este sentido, Maria Francisca Rigo, psicóloga y coach, recuerda que los niños encerrados en cuerpos de adultos son fáciles de detectar: «Cambian de pareja a menudo. Algo normal, porque son buenos en la llamada ‘fase del champán’, es decir, la del enamoramiento; pero cuando toca consolidar la relación, el problema se destapa. Rigo también deja claro que este mal llamado ‘síndrome de Peter Pan’ no es exclusivo de un solo género: «Por mi consulta no pasan tantos hombres malos, ni tantas mujeres buenas. Además, no dejo de repetir lo mismo: por cada Peter Pan hay una Wendy que le permite vivir de esa manera. Las dificultades en la relación comienzan cuando ella se da cuenta de que es tanto esposa como madre de su pareja», finaliza.

El amor no está en el aire

Un par de datos llamativos para que vean la situación en la que vivimos. Atentos a la radiografía del compromiso en las Islas. Se van a dar cuenta de que Mallorca no es lugar para el amor. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2014 se registraron 3,7 enlaces por cada mil habitantes, una tasa que no se alcanza en casi ninguna otra autonomía del país y que queda notablemente por encima de los 3,3 de la media nacional. También hay que señalar que este dato está hinchado debido al número inusual de enlaces matrimoniales entre parejas extranjeras no residentes que se celebran en el Archipiélago. Les doy otro apunte curioso. Baleares presenta la edad más avanzada de los contrayentes: los hombres se casan rozando los 39 años y las mujeres en los 35. Hasta aquí todo bien.

Se preguntarán entonces por qué soy tan kamikaze con el amor ‘a la balear’. Pasemos a los datos que demuestran que no es todo de color de rosa. Si hablamos de rupturas, nuestra Comunitat también es una campeona. Solo en Baleares se produjeron más de 2.000 divorcios en 2016. Y si no referimos a las separaciones, el año pasado aumentaron un estratosférico 97 por ciento respecto a 2015. La tasa de rupturas en Baleares en 2016 llegó a 2,2 por cada mil habitantes, igual que la media nacional. La estadística del INE también apunta datos curiosos, como que las parejas que se separan conviven una media de entre 16 y 20 años antes de romper y, cuando lo hacen, la edad media de ellas es de 44 años y la de ellos de 47. Y lo habitual es que en dos de cada tres casos, sea la mujer la que dé el primer paso a la hora de poner fin a una relación.

«Nos falta educación emocional y nos sobran las películas románticas donde ensalzan el amor. Son historias mal contadas que te terminan frustrando», agrega Ana María Madrid, al tiempo que recuerda que en la actualidad es muy fácil encontrar pareja, lo que favorece que la gente no aguante y rompa a las primeras de cambio: «No soportar según qué cosas es beneficioso, pero nos estamos volviendo demasiado poco tolerantes. Parece que buscamos la felicidad como si bastase con darle a una tecla. Las relaciones de pareja o de amistad están cambiando, se están volviendo como la sociedad de consumismo en la que vivimos, es decir, algo no me gusta, no me satisface como esperaba, lo tiro y paso a otra cosa, a otra relación. Eso tampoco es sano», afirma la psicóloga.

10 características para identificar un Peter Pan

1. A pesar de sus 30 o 40 continúan comportándose como niños pequeños.

2. Sienten una gran necesidad de atención por parte de quienes les rodean.

3. Su actitud se centra en recibir, pedir y criticar. No toleran la frustración.

4. Vive centrado en sí mismo y en sus problemas sin preocuparse en los demás.

5. Siente insatisfacción constante con lo que tiene.

6. El compromiso es un obstáculo para su libertad.

7. No se responsabiliza de sus actos.

8. Se siente muy atraído por la juventud.

9. Miedo a la soledad.

10. Mucha inseguridad y baja autoestima.