En Joan de Son Rapinya, sobre la arena de la solitaria playa de Palmanova, echándose una carrerita con el unicornio. Venga ¡A correr!, se ha dicho. | Click

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En Joan de Son Rapinya es noticia porque el pasado sábado estrenó en Youtube su último vídeo, inspirado en lo que hizo casi todo el mundo una vez que la desescalada permitió salir de casa: correr. «Jamás vi a tanta gente corriendo, sobre todo gente joven y adulta. Y sobre todo los primeros días, en los que todo el mundo corría… A veces eran tantos que no se podía ni correr. Y encima, a los corredores se sumaron los ciclistas… ¿Qué por qué nos dio por correr…? Supongo que por no gastar dinero y porque corriendo pierdes los kilos que has engordado durante el confinamiento… Yo, cinco. Claro, me pasaba todo el día sin hacer nada, o ayudando a mi mujer a cocinar y a hacer cocas y a comérmelas...».

Todo esto nos lo contaba este miércoles en la terraza del Zaguán, a donde llegó acompañado de su mujer, Antonia, y de su representante, Isaac León.

Siempre bien acogido

En Joan, que viene a ser un rapero sin música, pero con humor, pues todo lo que cuenta –o canta– y que lo improvisa de principio a fin, es puro humor. «Sí, totalmente improvisado, sin guión ni preparación, como también ha ocurrido con este último», asegura. Piensa que con ¡A correr!, con él corriendo y con la Seu de Mallorca como telón de fondo –grabado, dicho sea de paso, por un equipo mallorquín, GMaje Films–, puede alcanzar otro millonario número de visitas, a lo que ya está acostumbrado, «pues habré publicado unos 600 vídeos en Instagram y otros tantos en Youtube, y si con Cobra taca-taca alcanzamos la cifra de más de doce millones de visitas, con Lo vamos a petar, que luego vendimos a Sony, sobrepasamos los cinco millones. Quiero decir que no me puedo quejar. Que siempre he sido muy bien acogido, cosa que espero que ocurra con ¡A correr!».

En Joan presume de que sus seguidores –en Instagram, por ejemplo, son cien mil–, «son auténticos, es decir, que no he comprado ninguno, como hacen algunos. Pero como Instagram y otras redes saben que eso ocurre, no contabilizan por el número de seguidores que uno pueda tener, sino por el número de interacciones que estos hacen.

Quiero decir que yo puedo comprar cincuenta mil seguidores, que enseguida el que entiende de redes ve que son comprados, pues son de extrañas nacionalidades, como árabes o asiáticos, que encima, luego, cuando repasas las interacciones que te han hecho, ves que ninguno de ellos figura en ellas. Por eso, las redes miden hoy las interacciones de tus seguidores y no el número de estos. Y los cien mil míos en Instagram son auténticos».

Publicidad y monetización

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¿Beneficios que obtiene con estas bajadas tan millonarias?, preguntamos. «Sobre todo, dos –dice–, publicidad y monetización. Mis vídeos los conocen en medio mundo, pues tengo seguidores de México, Centro y Sudamérica, especialmente Argentina, Colombia, Venezuela, Perú… ¡Ah!, el año pasado estuve con Lo vamos a petar en Munich, en la Fiesta Española, y… pues que lo peté. De ahí que la gente me espere a ver con qué les sorprendo».

«Y en cuanto a dinero –interviene Isaac– Youtube cada tres meses hace un recuento de visitas de cada vídeo, entregando al autor el 3 % de lo que recauda a través de la publicidad que acompaña a dicho vídeo».

«Y también, gracias a la publicidad –apostilla en Joan– te llaman de sitios que no te llamarían si no la tuvieras. Por ejemplo, me han llamado de un hotel de Magaluf para que vaya a pasar un par de días de descanso en él, que cuente algo desde él y lo cuelgue en la red. O… pues que también me han llamado directamente de Got Talent por si estoy interesado en ir, en principio sin tener que hacer cásting».

Isaac reafirma este dato mostrándonos en su móvil la llamada recibida del equipo de cásting de dicho programa. «Le hemos dicho que encantados en ir… por lo que estamos esperando a ver qué nos dicen».

Nunca hablo de política

En cuanto a las claves del éxito de sus vídeos, Joan las resume en tres: «Una, que como personaje, caigo bien a todo el mundo, sea del país que sea. Dos, las historias que cuento son todas reales. Me pasan a mí como le pueden pasar a cualquiera. Por lo que el público se identifica enseguida con ellas. Y tres, convierto lo serio en divertido, a veces en absurdo, pero sin ofender a nadie. De ahí que mi público sea de todas las edades, razas y creencias, por lo respetuoso que soy. ¿Que por qué no me meto en cuestiones políticas? Porque ya se habla bastante de esas cosas».

En cuanto al futuro, en lo que se refiere a actuaciones en directo, como en verbenas, «ante las medidas que la COVID-19 ha obligado a tomar, sobre todo en lo que se refiere a mantener las distancias, nos tendremos que reinventar, montárnoslo de otra manera. Lo digo como humorista y como empresario, pues mi mujer y yo tenemos una tienda de souvenirs en Palmanova y, de momento, la cosa pinta mal. Los hoteles están cerrados porque no hay turistas, sobre todo ingleses, que si vienen vendrán a mediados de julio, pues hasta entonces no pueden viajar al extranjero. Así que, como digo, nos tendremos que reinventar, pues poco queda del negocio turístico como era antes».