Profesionales, expertos y aficionados a la meteorología de Mallorca se zambullen en tormentas y ‘caps de fibló’ para analizar los efectos del cambio climático | R.D.

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Miran el cielo, analizan los mapas de isobaras y no dudan en lanzarse a la carretera en busca de torrentadas, tormentas, eclipses y caps de fibló. En privado se reconocen frikis de la meteorología, pero más allá de ese término simpático, son expertos geógrafos, físicos, matemáticos, pero también aficionados a la ciencia. Confiesan (y contagian) su pasión por un tiempo que se enfrenta al discutido cambio climático.

Miquel Salamanca y Xesca Cifre, de 'El Temps'.

«Es lógico que haya mucha afición por la meteorología en Mallorca», explica Miquel Salamanca, director del programa Meteo de IB3 y uno de los mayores expertos de la Isla. «Venimos de un mundo agrícola y marino. Somos modernos, pero nuestro pasado es inestable y esto se ha transmitido de padres a hijos. Tenemos una tradición muy rica», explica Salamanca. «Cuando llegó el turismo, había que dar información a los turistas o para nuestro ocio», añade.

A la curiosidad heredada se suma además el variable tiempo de la Isla. «Vivimos en un clima muy particular, sobre todo en los últimos años. En verano hemos tenido olas de calor con récord de noches tropicales. Y en un mes hemos tenido tres episodios de clima extremo: inundaciones en Sant Llorenç y Pollença, tornado en Menorca, nieve en la Serra... Se están acentuando los extremos climáticos». Ante las cámaras se coloca un equipo de geógrafos para dar el tiempo: Dani Capó, Xesca Cifre y Joan Barceló.

Miquel Tomàs trabaja en la Universidad de Zaragoza.

Miquel Tomás es un geógrafo mallorquín especializado en tormentas. Su seguimiento de la meteorología empezó como afición: «Soy ingeniero técnico en Telecomunicaciones y luego estudié Geografía en la UIB». En la actualidad está en Zaragoza, en la recta final de su tesis doctoral, basada en «la evapotranspiración. Dentro de la climatología, mide los índices de sequía no sólo con precipitaciones, sino con la transpiración de la vegetación y sus necesidades hídricas». Su investigación, que se lleva a cabo en el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), permitirá estudiar mejor el cambio climático.

Como experto, también salta al campo de trabajo para analizar datos y reconoce que «disfruto de las tormentas y los caps de fibló. Cuanto más aparatoso, mejor». Eso sí, siempre con prudencia. Como profesional, «somos los primeros que reconocemos el potencial dañino de las tormentas y evitamos las carreteras si tienen pasos de agua». Pero sin su trabajo en primera línea de fuego, no habría datos. Tomàs es también de los que se levanta «de madrugada para ir a algún mirador de la Serra y ver cómo llegan las tormentas».

Jaume Mas y Mateu Rigo, en una de las 52 estaciones con las que cuenta su red insular.

Jaume Mas y Mateu Rigo están al frente de Balears Meteo, una página web que además es una red asociada con 52 estaciones. Una de ellas es precisamente la de Sant Llorenç des Cardassar, que el funesto 9 de octubre de 2018 contabilizó los 257 litros de agua por metro cuadrado que cayeron en poco más de cuatro horas, 200 litros de ellos en sólo dos. Su desinteresada colaboración ha sido fundamental para conocer qué paso el día de la torrentada.

«Tenemos una docena de estaciones en propiedad y el resto pertenecen a colaboradores a los que llevamos el mantenimiento y las revisiones. Es nuestro hobby», dice Jaume Mas. Sus datos son rigurosos y se actualizan cada veinte segundos, lo que aporta una fotografía real de lo que está pasando en la Isla. Eso sí, les gustaría ampliar la red y buscan colaboradores en «la zona de Andratx, la Serra de Tramuntana, donde hay mucha variación del tiempo en muy poco espacio, y en las montañas de Sant Llorenç, para conocer el inicio del cauce de los torrentes de la localidad».

Fenómenos extremos

Duncan Wingen es un joven licenciado en Geografía que no duda en levantarse «de madrugada para fotografiar rayos nocturnos. Es nuestra juerga particular». Este cazador de rayos es licenciado en Geografía y reconoce que el clima insular «tiende hacia los fenómenos extremos, serán cada vez más habituales».

Duncan Wingen, en la costa.

En su grupo están pendientes «las 24 horas del día de las previsiones meteorológicas» y quedan en algunas ocasiones para ir «al mirador de sa Foradada por la noche. Allí hay poca contaminación lumínica y las tormentas que bajan de Barcelona las captamos de frente». Todo un espectáculo que disfrutan en primera línea de fuego.