Formentera recibe este fin de semana, último antes de la llegada de turistas, a miles de mallorquines, aunque la menor de las Pitiüses presenta un aspecto casi desolador por el cierre de restaurantes, hoteles y chiringuitos. | Jaime Moreda

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Los barcos y aviones que este fin de semana han llegado a Ibiza desde Palma han ido llenos de mallorquines dispuestos a disfrutar de la belleza casi incomparable de la menor de las Pitiüses. Sin embargo, y aunque pueda parecer paradójico, Formentera presenta un aspecto casi desolador, pese a encontrarse en una fase 3 avanzada de la desescalada. Casi todos los hoteles y restaurantes permanecen cerrados y el tráfico es mucho más que fluido. Apenas funciona algún rent a car, sobre todo de motocicletas, y las dos gasolineras de la isla han vivido tiempos mucho mejores. De los chiringuitos, mejor no hablar.

«Parece como si hubiera caído una bomba», comenta una vecina de la zona. Esa ‘bomba’ ha sido minúscula en tamaño, pero gigantesca en destrucción económica y notable en vidas humanas. Uno de los pocos aspectos positivos de esta situación es que, por lo menos, hasta este fin de semana, último sin turistas, se ha disfrutado en todo su esplendor. Y a eso es a lo que han venido los mallorquines que están pasando en Formentera este fin de semana.

Encantado

Asier, un joven de Navarra que vive en Palma desde hace tres años, disfrutaba ayer en es Pujols junto a dos amigos de Ibiza. «Es la primera vez que vengo y me está encantando. Este color de agua no lo he visto en Mallorca», aseguraba. Desde Andratx llegaron tres parejas, que se encuentran alojadas en unos apartamentos de es Caló de Sant Agustí. «Están muy bien. Pagamos 120 euros por noche el apartamento para dos, que para Formentera no es demasiado», comentaba Marina. El hecho de tener cocina propia les está facilitando mucho la vida, aunque también han acudido al restaurante del mismo dueño que los apartamentos, quien les hace descuento.

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La mayoría de los mallorquines que están en Formentera pasan una o, como mucho, dos noches en Formentera, pero algunos están alargando un poco más el viaje. María y Luis llegaron el jueves a Ibiza, pasaron una noche allí, y el viernes se trasladaron a la isla vecina. Ayer era el cumpleaños de Luis, quien esperaba poderlo celebrar comiendo mejor que el día anterior. «No encontramos nada abierto y tuvimos que comer un bocadillo pero, por contra, se puede disfrutar de la isla de una forma increíble y más para nosotros, que es la primera vez que la visitamos». Esta pareja se aloja en un hostal de Sant Ferran y los 100 euros que les cuesta la noche lo consideran un precio justo por estar donde están. El viento está siendo el gran protagonista de este fin de semana. Por ello, ayer la playa de Ses Illetes se encontraba prácticamente vacía, mientras que otras, como las de Llevant o es Pujols, contaban con una mayor ocupación, aunque su aspecto era de encontrarse casi semivacías.

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Marina, Edu, Guillem, Simó, Andrea y Goretti, de Andrtax, disfrutando de la playa.

«Parece mentira. Hemos estado más de veinte veces en Menorca, pero es la primera vez que venimos a Formentera», comentaba el artarenc Rafel, sentado en una silla de playa mientras admiraba el paisaje junto a su pareja, Teresa. «En la zona del Parc de Llevant tenemos también muy buenas playas, pero la diferencia es que aquí el acceso es mucho más fácil». Carla, Alex, y Xavi se alojan en la zona de Port Saler con sus padres y su abuela, Paz. «Tenemos amigos de Formentera y nos gusta venir a visitarlos una vez al año», explicaba la madre de los tres pequeños quien, al igual que su marido, prefirió mantenerse en el anonimato.

Disfrutando

Sin hijos han viajado dos parejas de amigos de Marratxí: Laura y José, y Mari Carmen y Toni. «Antes de tener a los crías veníamos más, pero ahora lo tenemos más complicado. De todas formas, aquí estamos, disfrutando», explicaba Laura subida a la moto que conducía su marido en el cruce del camino entre las playas de Ses Illetes y Llevant. Estas dos parejas acababan de ver cómo lugares míticos como El Pirata, Tanga, Es Molí de Sal o Es Ministre se encontraban cerrados. «Comemos según lo que nos vamos encontrando, pero está complicado», decía Toni. De Marratxí también es Fernando, que tras un par de horas en Ses Illetes se sintió vencido por el viento y dudaba ente irse a Llevant o a Es Pujols. «Hemos llegado hoy (por ayer) y no sé si nos iremos en una hora o el domingo. Si hacemos noche, dormiremos en un hotel de Ibiza».

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José y Laura, y Toni y Mari Carmen, de Marratxí, alquilaron unas motos.

Con viento o sin viento, lo que está claro es que Formentera sigue siendo un paraíso. Habrá que ver a partir de mañana cuántos no residentes la disfrutan durante esta temporada tan atípica.