TW
0

Durante la última gala de Supervivientes 2020, los concursantes tuvieron una visita sorpresa, y cada uno de ellos pudo ver y abrazar con un plástico en medio, como forma de precaución, a sus seres queridos. El primero de ellos fue Jorge.

Al guardia civil le indicaron que subiera un estor, y justo detrás de una mampara protectora estaban Mario y Martina, dos de sus tres hijos. Al verles, se quedó sin palabras y comenzó a llorar, pero los niños, mucho más tranquilos, le contaron los últimos acontecimientos de sus vidas: «Papá, se me ha caído un diente. y se me está moviendo el otro».

Después, Pérez les preguntó si le habían estado viendo por la televisión y les hizo una petición: «Me tendréis que ayudar a afeitarme... y también tendréis que darme mucho de comer cuando vuelva». Entre risas, comentaron que Alicia, su madre, que tampoco pudo contener las lágrimas, siempre les mandaba callar cada vez que salía su padre en la tele, y que «había estado muy bien».

Entonces, Jorge Javier Vázquez les invitó a acercarse a La puerta de los abrazos, que, como su nombre indica, es un artilugio mediante el que todos los supervivientes pudieron abrazar a sus visitas sin ponerse en peligro. «Gracias, les echaba mucho de menos. Aunque durante el concurso intenté no pensarlo, al final se me ha hecho muy difícil estar sin ellos», confesó Pérez.

Como despedida y tras un achuchón final, los niños le dijeron: «Toda la familia está esperando a que vengas». No fue el único buen momento del que disfrutó el guardia civil durante la gala, pues también se salvó de la expulsión cuando Albert Barranco fue expulsado. «Muchas gracias a todos, para mí Albert es un hermano, mi ganador. solo puedo agradecer a todos los que me han votado».

Sin embargo, poco le duró la tranquilidad a Jorge Pérez, que fue nominado una vez más. Ocurrió después de que el grupo nominara a Hugo Sierra y de que la recién coronada como lideresa, Ana María Aldón, le eligiera para salir a la palestra porque «a Rocío no la iba a nominar».