Los talleres, incansables durante semanas. | Redacción Digital

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De diseñar vestidos de novia y colecciones de primavera-verano a confeccionar mascarillas sanitarias solo hizo falta unos pocos días para reorganizarse. Con esta transformación, el colectivo ha demostrado que es un sector industria y la solución a la deslocalización que dejó a Mallorca desabastecida en los momentos más difíciles del coronavirus.

«Más de 140 personas de talleres de la Isla hemos hemos trabajado de manera altruista. Empezamos con el material donado por Teixits Vicens, Teixits Riera y Teixits Bujosa, y luego seguimos trabajando con la materia prima cedida por el Ib-Salut», dice Joana Borràs, presidenta del Col·lectiu.

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El material ha ido destinado a Ib-Salut (12.000 unidades), la Conselleria d’Afers Socials y el Institut Mallorquí d’Afers Socials (IMAS), Taxis de Palma de PIMEM o Fundació Natzaret. El sector textil atendió así las necesidades de la Isla mientras llegaban los suministros sanitarios. E insisten: se ha hecho de manera desinteresada por parte de un sector que en 2019 solo recibió una subvención de 12.000 euros para un desfile en el Castell de Bellver.
La industria textil se encuentra con un serio problema: las colecciones no se venden, ya sea por la falta de turismo o la anulación de bodas. Las pérdidas son millonarias.

Reconversión

«El material sanitario se puede fabricar aquí pero necesitamos a las instituciones. Ahora hemos entregado 4.000 manguitos y podemos hacer batas y calzas para personal sanitario pero necesitamos maquinaria», dice Borràs, que advierte que solo un plan público-privado podría hacer resurgir al sector textil de la Isla.