Hablamos con diferentes expertos sobre el consumo responsable centrado en el campo de los viajes y el ocio, una asignatura pendiente a falta de una legislación firme. | Archivo

TW
7

Hay términos que se ponen de moda tan rápido que uno olvida fácilmente su significado y su importancia. Hace un par de años ya que la ‘sostenibilidad’, sea lo que sea el palabro , está en boca de todos. Y eso que la Carta de la Tierra de 1982 ya mencionaba este mismo término como un punto necesario para lograr «un futuro común». Pero donde siempre ha resultado difícil verlo unido en una misma frase es al campo del turismo. ¿Es posible que el turismo de masas y el turismo sostenible vayan de la mano? Expertos como Pau de Vílchez, subdirector del Laboratori Interdisciplinari sobre Canvi Climàtic (LINCC) de la UIB, argumentan que «toda actividad humana puede hacerse de manera sostenible, por lo tanto, lo mismo puede suceder con el turismo. Pero hace falta una postura clara y una legislación firme que la avale», recalca Vílchez. Y, en este sentido, recuerda que la etiqueta ‘sostenible’ no es válida sino va pareja a cambios drásticos en el modelo económico de territorios como las Islas, que basan su riqueza en el turismo.

Turista sostenible

España en general y Baleares en particular llevan años absorbiendo gran parte de los turistas que han dejado de elegir otros países de la cuenca mediterránea para pasar sus vacaciones, bien por la crisis económica, bien por la inseguridad del destino en cuestión. Instituciones y hoteleros se vanaglorian de las cifras, pero ninguno parece medir las consecuencias del turismo masivo. Es una fórmula matemática, tan simple como certera: a mayor número de visitantes, mayor es el impacto en el territorio. Se esquilman los recursos naturales más rápido y los ecosistemas se ven sometidos a más presión. O lo que es lo mismo, entra más dinero, a costa de la ‘salud’ de nuestro territorio.

«Por mucho que digan, a día de hoy, el modelo turístico tal y como se concibe en Baleares no es sostenible. Y, además, no beneficia ni a los residentes ni al medio ambiente de las Islas –asegura tajante Pau de Vílchez –. El aumento de turistas nos ha llevado a una subida del precio de la vivienda, que los negocios se transformen para satisfacer las necesidades de la población flotante, o que los residentes abandonemos muchos espacios naturales por las molestias de la masificación; sin olvidar que las condiciones laborales de los trabajadores del sector servicios se han precarizado, a pesar del mayor número de visitantes», enumera el experto, al tiempo que recuerda que somos el tercer aeropuerto en movimiento de pasajeros del país, con el coste ambiental que ese «éxito» conlleva; hay más vehículos de alquiler circulando, más carreteras, se necesita más bebida y alimentos, por lo tanto, más plástico para su embalaje... «Nuestra situación me recuerda al cómic Asterix y la residencia de los dioses , cuando un pequeño hotelito extiende el caos en la aldea de los galos hasta que se dan cuenta de que no pueden dejar que les invadan los romanos, y menos tan pasivamente», señala el profesor de la UIB, al tiempo que recalca que es el momento de que «nuestra economía deje de depender casi exclusivamente del turismo, y los ciudadanos deben convertirse en actores de ese cambio», finaliza.

Asignatura pendiente

¿Sabían que 2017 fue el Año Internacional del Turismo Sostenible? La promoción fue entre escasa y nula en todo el país. Y mientras, la ONU fija como fecha 2030 para que los países garanticen el impacto positivo de los viajes en el territorio, la sociedad, la cultura local y el medio ambiente. Sí, nuestra Comunitat cuenta con un Plan anual de Turismo Sostenible; sí, existe una Comisión de Impulso de Turismo Sostenible; sí, los hoteleros llevan años trabajando en sistemas de gestión ambiental; y sí, el famoso Impuesto de Turismo Sostenible (ITS) ha dado más que hablar, y dará, que la ecotasa que puso en marcha el primer Pacte del Progrés en 2002. Pero las organizaciones ecologistas de Balears lo tildan de estafa y hablan de ‘ecopostureo’. Cuando otras comunidades, como Asturias, por ejemplo, apuestan por buscar otro modelo de turistas, en el Archipiélago se habla de desestacionalización, es decir, más turistas, pero repartidos todo el año.

Por su parte, Iván Murray, miembro del Grupo de Investigación en Sostenibilidad y Territorio (GIST) de la UIB, deja claro que hoy en día «hablar de turismo sostenible en un oxímoron». En este sentido, recuerda que para superar esta contradicción hay que buscar fórmulas para reducir recursos del exterior. Así, aboga por «hacer los deberes en cuanto a los recursos energéticos, ya que estamos a la cola de la UE en el uso de renovables; convertir el sector agroalimentario en estratégico, debido a la elevada vulnerabilidad de las Islas por el cambio climático; y, por supuesto, la justicia social», enumera Murray. A Balears no es que le quede un trecho por recorrer, es que ni siquiera ha iniciado la carrera. Pero todavía queda tiempo para lograrlo.