Guillem Garí del restaurante Es Cruce es un gran impulsor de los caracoles por Sant Marc, el segundo plato más demandado de su local detrás del arròs brut. | Assumpta Bassa

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Qui menja caragols per Sant Marc gaudeix de bona salut de franc!, reza el refrán. Hoy sábado, día 25 de abril, festividad de Sant Marc, es tradición comer caracoles para no padecer embolias o reuma.

El modesto pero preciado molusco es el protagonista de este gran plato, especialmente popular en cellers y restaurantes de la Part Forana. Sin embargo, la tradición arranca en los hogares de la Isla, que mantienen la costumbre de cocinarlos y consumirlos.

El restaurante Es Cruce de Vilafranca es uno de los establecimientos más conocidos de la cocina mallorquina. El año pasado elaboró más de 5.000 kilos de caracoles por Sant Marc, es decir, entre 12.000 y 13.000 raciones.

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Guillem Garí y Margalida Barceló, propietarios de Es Cruce, han impulsado esta tradición, que ha ido a más, con una exitosa receta. «Pero esta será la primera vez en 51 años que no celebraremos Sant Marc –comenta Guillem–. Al principio empezamos cocinando solo 800 kilos; estos últimos años venían clientes de toda la Isla para degustarlos».

Algunos restaurantes y cocineros ofrecerán este sábado un servicio a domicilio, pero no Es Cruce: «Hemos aprovechado el encierro para hacer reformas en la cocina. No estábamos preparados para hacer reparto a las casas particulares», comenta Guillem.

El secreto de los caracoles de Es Cruce, el segundo plato más demandado detrás del arròs brut, es que «la carne se va incorporando poco a poco para evitar que se deshaga». Los ingredientes son «potonets de porc, pollastre, panxeta, carn magre, botifarró i llonganissa, además de una mezcla de hierbas aromáticas -como hinojo, tomillo u orégano- y pebres coents», explican Guillem y Margalida.

La tradición se extiende a Sóller con el Firó, cada segundo lunes de mayo. También allí los caracoles han sido indispensables para una buena batalla entre moros i cristians.